ENIGMAS DE LOS MUERTOS
El rostro del ausente vigilaba
desde los espejos
a la veleidosa niña de viento.
La niña danzaba sola
en un campo de amapolas ebrias
y la noche susurraba entre las flores
sus secretos más terribles.
El ausente llamó a la niña en vano
y al no obtener respuesta
cargó en su espalda de neblina
aquellos enigmas oscuros
que hilaron los muertos
y se perdió para siempre
en los sórdidos corredores del olvido.
Del poemario "Revelaciones", Ediciones Raíz Alternativa, 2007
No hay comentarios.:
Publicar un comentario