CEMENTERIO DE
ANDINISTAS
La lluvia cala
su lenguaje áspero.
No
hay chiquillos,
no
hay viejos.
Fluye el cementerio,
escurre un ángel
de la boca reseca.
Aquel beso infundado.
¿Y las cruces?
¿Y la nieve?
Las voces,
son distintas,
distantes.
Y ese puerto sin causa,
ese olor a naufragio.
En el aire.
La evidencia del vértice.
¿Y el cóndor?
¿Y la noche?
Los muertos.
Los que fueron chiquillos
y nunca serán viejos.
Cosidos de silencio.
Ejerciendo
la eternidad perfecta.
Los muertos,
desiguales,
idénticos.
Cuarteados de escaseces.
Ejerciendo
su tajada feroz de paraíso.
No pregunten.
Ellos escalan.
Fotografías: Cementerio de Andinistas, Mendoza, Argentina
“Cementerio
de Andinistas”: En 1928, el oficial británico Basil Mordem
tuvo la osadía de intentar hacer cumbre en el Aconcagua en pleno invierno. El
hombre enfrentó la montaña en julio, solo y sin mayores protecciones. Pero para
él la entrada por la ruta norte fue sólo un camino de ida. Su cuerpo congelado
fue rescatado el al verano siguiente. Nadie lo reclamó y por se decidió
sepultarlo en el que hasta entonces era el cementerio ferroviario de Puente del
Inca. Mordem fue así el primer montañista inhumado en la alta montaña. Hoy este
sitio ya es parte de las tradiciones del Aconcagua y se lo conoce como el “Cementerio de los
andinistas”. Allí tienen su descanso eterno muchas de las víctimas que se
ha cobrado el “Coloso de
América”.
El “Cementerio de Andinistas” es un pequeño predio ubicado sobre el
costado sur de la ruta que une a Mendoza con Santiago de Chile, a una distancia
de 1500 mts de Puente del Inca y a 6 kilómetros de Penitentes.
Una blanca
cruz cristiana en un pequeño montículo domina este lugar en medio de un valle
que en invierno se cubre con un manto de aproximadamente 2 metros de nieve.
Allí, los escaladores rinden un silencioso homenaje a quienes entregaron su
vida intentando alcanzar la cumbre más alta de América y ruegan desde este
pacífico lugar que “la buena
estrella de Güssfeld los ilumine” en
el tentativa de llegar a la cima.
Entre las
placas de conocidos aventureros como Bernardo Razquin, Nicolás Plantamura y
Adriana Bance (primera mujer que hizo cumbre), hay otras de viejos trabajadores
del tren. Una cantidad no precisada de tumbas sin nombre le dan al lugar su
cuota de misterio.
Hay, además, placas homenajeando a amantes de la montaña que que no
fueron sepultados en el cementerio.
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