miércoles, 10 de marzo de 2010

CEMENTERIO DE ANDINISTAS


CEMENTERIO DE ANDINISTAS



La lluvia cala

su lenguaje áspero.

 No hay chiquillos,

 no hay viejos.

Fluye el cementerio,

escurre un ángel

de la boca reseca.

Aquel  beso infundado.

¿Y las cruces?

¿Y la nieve?



 Las voces,

son distintas,

distantes.

Y ese puerto sin causa,

ese olor a naufragio.

En el aire.

La evidencia del vértice.

¿Y el cóndor?

¿Y la noche?


  
Los muertos.

Los que fueron chiquillos

y nunca serán  viejos.

Cosidos de silencio.

Ejerciendo

la eternidad perfecta.

  

Los muertos,

desiguales,

idénticos.

Cuarteados de escaseces.

Ejerciendo

su tajada  feroz de paraíso.



No pregunten.



 Ellos escalan.



Fotografías: Cementerio de Andinistas, Mendoza, Argentina


“Cementerio de Andinistas”: En 1928, el oficial británico Basil Mordem tuvo la osadía de intentar hacer cumbre en el Aconcagua en pleno invierno. El hombre enfrentó la montaña en julio, solo y sin mayores protecciones. Pero para él la entrada por la ruta norte fue sólo un camino de ida. Su cuerpo congelado fue rescatado el al verano siguiente. Nadie lo reclamó y por se decidió sepultarlo en el que hasta entonces era el cementerio ferroviario de Puente del Inca. Mordem fue así el primer montañista inhumado en la alta montaña. Hoy este sitio ya es parte de las tradiciones del Aconcagua y se lo conoce como el “Cementerio de los andinistas”. Allí tienen su descanso eterno muchas de las víctimas que se ha cobrado el “Coloso de América”.
El “Cementerio de Andinistas” es un pequeño predio ubicado sobre el costado sur de la ruta que une a Mendoza con Santiago de Chile, a una distancia de 1500 mts de Puente del Inca y a 6 kilómetros de Penitentes.
Una blanca cruz cristiana en un pequeño montículo domina este lugar en medio de un valle que en invierno se cubre con un manto de aproximadamente 2 metros de nieve. Allí, los escaladores rinden un silencioso homenaje a quienes entregaron su vida intentando alcanzar la cumbre más alta de América y ruegan desde este pacífico lugar que “la buena estrella de Güssfeld los ilumine” en el tentativa de llegar a la cima.
Entre las placas de conocidos aventureros como Bernardo Razquin, Nicolás Plantamura y Adriana Bance (primera mujer que hizo cumbre), hay otras de viejos trabajadores del tren. Una cantidad no precisada de tumbas sin nombre le dan al lugar su cuota de misterio.
Hay, además, placas homenajeando a amantes de la montaña que que no fueron sepultados en el cementerio.


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