CREEPSHOW
Llevo treinta años mirando películas de terror.
En
las películas de terror
jamás
sepultan a los muertos,
siempre
quedan desparramados en las carreteras,
o
en los bosques,
o
dondequiera que sea que los haya alcanzado la Parca.
En
la vida real,
a
los muertos hay que sepultarlos.
Hace
rato que estás muerto,
pero,
por un motivo u otro, retrasé el funeral.
Primero,
porque
te amaba
y
el alma duele cuando tenemos que enterrar
a
un ser que amamos.
Después,
porque
el enojo y la rabia
me
tenían enlazada a tu sudario.
Más
tarde,
porque
supuse que nos debíamos
algo
tan simple como un café y una verdad.
El
café llegó, pero la verdad
acudió
a la cita disfrazada.
Ninguno
de los dos se animó,
siquiera,
a
levantarle un poco la pollera.
Y
otra vez te amé,
y
no pude sepultarte.
Y
otra vez te odié,
y
amanecí muchas veces
con
los ojos hinchados
y
los pies enredados en tu mortaja.
Ahora
que ya no te amo
y
tampoco te odio,
ahora
que sos, sí, definitivamente un extraño,
un
tipo al que no me daría vuelta a mirar
si
me lo cruzara en la calle,
un
tipo con el que jamás aceptaría tomar un café,
ni
jugar una partida de ajedrez,
me
doy cuenta de que no hace falta enterrarte.
Ya
no sos un muerto mío.
Que
te entierre otra.
Que
te entierre alguien que, de verdad,
te
haya conocido.
Arte: David Stoupakis
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