La tarde
-casi arrullo,
casi golpe de polvo,
casi lenta humedad
de caracol de sangre-
se presta a la tristeza.
La tarde
-casi deidad sin lengua,
casi espíritu
de voces extirpadas-
dice un silencio
del que jamás se vuelve.
El río,
irremisible,
navega con el pulso
de las horas gastadas.
Una espalda de luces que se agotan
se reclina en el cielo.
La tarde es toda ausencia.
Del poemario "Cierta condición nocturna", GPU Ediciones, 2013
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