DE OLVIDO Y
AUSENCIA
Remo contra el olvido,
remonto las sombras de mi piel
hasta la boca que no está,
hasta la lengua que caracolea
en la cornisa helada de los dientes,
hasta la espuma de la rabia antigua.
Lo que era “siempre” ha abdicado
y, sin corona, es “nunca”.
Tengo entre los dedos
un éxodo a la tormenta,
una gira secreta
alrededor de la noche,
y la noche es mi ombligo y no veo
más allá de mis ecos
(me repito como una letanía,
como un rosario de cuentas cismáticas,
la procesión de mis ojos se desnuda
en un laberinto de rosas).
Remo contra la ausencia,
y nada me impide concretar
mi vocación de naufragio.
Todas las puertas están sepultadas,
todas las rondas deshechas.
Borré el perdón y desaté los pactos.
Lo único que me quedó de tu mirada
es una
pluma de ángel y una espera.
Las esperas se agotan en el tedio
y los ángeles no existen.
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