TODO LO QUE
VOY A HACER ANTES DE HACER LO QUE TENGO GANAS DE HACER
Voy a escuchar un disco de “Los Beatles”,
o a leer un librito de Stephen King,
o a limarme las uñas.
Voy a escribir un poema
con palabras grandilocuentes
(propedéutico,
trebejo, megalómano)
para sentirme un poquito mejor
por ser tan sabia.
O, mejor,
voy a escribir un poema que nadie
entienda,
y le voy a enrostrar a mis lectores
su falta de sensibilidad.
O, mejor todavía,
voy a ser escandalosamente melosa:
“Aquí estás, mi dulce amor,
tómame entre tus brazos…”
Voy a engordar la rutina
comiendo bombones
y mirando una estúpida novela en televisión;
he aquí la apoteosis del desamparo:
una dama orillando los cuarenta
comiendo bombones y mirando televisión
(y sí,
apoteosis es una palabra
grandilocuente).
Voy a tejer un sweater,
aunque no sé tejer,
o a jugar con un gato,
o a tomarme el té a las tres,
a las cuatro y a las cinco,
o a lustrarme las botas,
o a refutar cualquier milagro a
contramano.
Voy a masturbarme
viendo “Nueve semanas y media”
(yo quiero que me espose el Mickey Rourke
del ’86,
el del 2009 se lo dejo a mamá)
o a vomitar con “El exorcista”.
En fin,
voy a hacer cualquier cosa
antes de volver a llamarte por teléfono.