ÉSE ES EL
HOMBRE
Ése es el hombre.
Ése es el hombre que amabas.
Una imagen que persiste en la memoria
fundada sobre las ruinas
de los relojes impugnados.
No tiene boca para decir siempre,
pero sus manos dicen nunca.
Ése es él,
despeñándose como una lluvia inmensa
sobre el ocio de tus días,
una flor que deshoja su tiempo
en los gestos mudos de tu cuerpo.
Ésa es su piel de alba amordazada
respirando
en la húmeda llanura de tus piernas,
un caldero de estrellas
quemándole los ojos
a las bestias del olvido.
Ése es su catálogo de máscaras:
la duna perpleja resistiendo
en la playa de tus ensoñaciones,
la fornicación de palabras coartando
el vidrio instintivo de tu garganta,
la fragua donde se forjan las cadenas
del pecado original.
Y esa risa,
con resabios de hielo,
con antepasados de animales colosales
remolcando sus ferocidades
en tus zonas prohibidas.
Todas las corrientes te arrastraron
hasta ese rostro
apadrinado por tu ternura.
Un llamado de arena
le dio alas
a la palpitación de tu naufragio.
Tu credencial de amor está vencida.
Ése es el hombre.
El que no te recuerda.
El que nunca se aleja de tu miedo.
Arte: Tran Nguyen
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