martes, 28 de octubre de 2008

DECÍA PARA SIEMPRE


DECÍA PARA SIEMPRE



Decía para siempre. 

y señalaba el lado bueno de la vida: 

el cráneo del sol 

acuclillado en los bancos de la plaza, 

la realidad del alba, 

el paisaje singular de tus axilas. 



Decía para siempre 

y tendía una mesa imaginaria: 

aquí,  la porcelana del viento; 

allá, las piernas, 

hartadas de verano. 

Intoxicados el uno con el otro 

decíamos para siempre. 



Decía para siempre

y me dijiste nunca. 

A duras penas pude 

acomodar el cuerpo a la ausencia. 



Decía para siempre 

y mordía 

el frío espejo de mis lágrimas. 



Hoy no digo. 

En el aire revuela 

una jaula vacía 

(entonces yo era un pájaro mendigo). 

En los cajones respira, 

quedamente, 

el encaje de mis ancas 

(entonces yo amaba, 

entonces…) 



Quizás ya no existo.




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