jueves, 29 de mayo de 2008

TANGATA MANU, HOMBRE PÁJARO

TANGATA MANU, HOMBRE PÁJARO 
 
En la primavera incipiente
cada exponente del vigor masculino
llevaba a cabo la grandiosa prueba.
Se reiniciaba el ciclo,
la búsqueda de un rey para la isla,
la búsqueda del pájaro y el hombre
unificados en la gloria.
Los jóvenes cumplían el ritual
representando al anciano de su tribu:
desafiar el cruento acantilado,
 su vertical abismo;
hacerse al mar con rítmicas brazadas
derrotando a la ola;
llegar al fabuloso islote donde el pájaro
-el regio manutara*-
depositaba aquel huevo primero
que haría monarca a quien lo poseyera
y regresar a la isla con la fausta nidada.
El mancebo triunfante
convertía al anciano de su casta
en rey y en hombre pájaro,
gobernador de sinos.
La piel blanca de la virgen más hermosa
coronaba su hazaña.  

Cuando un año entero transcurría
y una incipiente primavera
dulcificaba el aire,
todo recomenzaba:
un nuevo joven gestaba la proeza,
un nuevo pájaro regía los destinos,
una nueva doncella albergaba en su piel
el descanso del héroe
y cada noche
soñaba
que sus brazos eran alas.


*Nombre dado tanto al gaviotín apizarrado como al gaviotín pascuense.


Del poemario "Ojos que miran al cielo", Ediciones Amaru, 2007


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