jueves, 15 de mayo de 2008

MAL ROMANCE


MAL ROMANCE




Nadie se muere de amor,

dice mi hermana

y se acuchilla cada día,

igual que Sylvia,

con el perfil de su papi muerto.



Vos,

que no creés en las premoniciones,

tuviste una cuando me mandaste la letra de esa canción.

Mal romance.



Violencia en tu vestido.

Mis vestidos eran preciosos

y yo era preciosa en mis vestidos.

Una muñequita.

La muñequita de papá y mamá

(papá,

omnipresente en su ausencia,

y mamá,

siempre votando contra el cese de hostilidades).

Yo era preciosa sacándome mis vestidos

y ofreciéndote una desnudez que poco tenía de escándalo

y mucho de eucaristía

(Mi cintura partida como un pan alegre).



(Lo de creerme la Mujer Maravilla

se lo dejo al psiquiatra;

tengo una tiara arrumbada en

algún lugar de mi inconsciente

y un par de brazaletes oxidados).



La violencia vino después,

cuando las cosas no salieron como yo quería,

o como los dos queríamos,

o como tendrían que haber salido

si el diablo no hubiera metido la cola.



Mal romance.

Juegos retorcidos en los que los dos ganamos y perdimos.

Quiero olvidarme pronto, ¿sabés?

De vos y de mí.



Desamame.

Deslindame.

Desatame.

Desandame en otros cuerpos.

Olvidate de mis besos y mis berrinches

y del huequito que languidece en mi espalda

cuando mi espalda languidece

y se parte en mi cintura como un pan alegre,

y se parte en mis muslos como dos hostias gemelas.



Yo te desando cuando te escribo.

Cada palabra es un paso que doy

para alejarme de vos,

para desarmarte-desmontarte-despintarte-desnutrirte.



Nadie se muere de amor,

dice mi hermana.



No me voy a colgar con el lazo de la verdad.



Eso,

se lo dejo para la gilada.




Arte: Scott Rohlfs


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