MAL
ROMANCE
Nadie
se muere de amor,
dice
mi hermana
y
se acuchilla cada día,
igual
que Sylvia,
con
el perfil de su papi muerto.
Vos,
que
no creés en las premoniciones,
tuviste
una cuando me mandaste la letra de esa canción.
Mal
romance.
Violencia
en tu vestido.
Mis
vestidos eran preciosos
y
yo era preciosa en mis vestidos.
Una
muñequita.
La
muñequita de papá y mamá
(papá,
omnipresente
en su ausencia,
y
mamá,
siempre
votando contra el cese de hostilidades).
Yo
era preciosa sacándome mis vestidos
y
ofreciéndote una desnudez que poco tenía de escándalo
y
mucho de eucaristía
(Mi
cintura partida como un pan alegre).
(Lo
de creerme la Mujer
Maravilla
se
lo dejo al psiquiatra;
tengo
una tiara arrumbada en
algún
lugar de mi inconsciente
y
un par de brazaletes oxidados).
La
violencia vino después,
cuando
las cosas no salieron como yo quería,
o
como los dos queríamos,
o
como tendrían que haber salido
si
el diablo no hubiera metido la cola.
Mal
romance.
Juegos
retorcidos en los que los dos ganamos y perdimos.
Quiero
olvidarme pronto, ¿sabés?
De
vos y de mí.
Desamame.
Deslindame.
Desatame.
Desandame
en otros cuerpos.
Olvidate
de mis besos y mis berrinches
y
del huequito que languidece en mi espalda
cuando
mi espalda languidece
y
se parte en mi cintura como un pan alegre,
y
se parte en mis muslos como dos hostias gemelas.
Yo
te desando cuando te escribo.
Cada
palabra es un paso que doy
para
alejarme de vos,
para
desarmarte-desmontarte-despintarte-desnutrirte.
Nadie
se muere de amor,
dice
mi hermana.
No
me voy a colgar con el lazo de la verdad.
Eso,
se
lo dejo para la gilada.
Arte: Scott Rohlfs
Bueno... todo un capítulo de vida. Mi reverencia, muchacha.
ResponderBorrarGracias, Rafaela!
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