viernes, 20 de junio de 2025

EL POETA Y ALGUNOS


 EL POETA Y ALGUNOS

A Reinaldo Arenas


“Tú y yo estamos condenados
por la ira de un señor que no da el rostro
a danzar sobre un paraje calcinado
o a escondernos en el culo de algún monstruo.”
Reinaldo Arenas (La Habana, 1971)



El poeta contempla el Infierno.

Lo vive, lo sabe, lo canta, lo escupe.

Mueve las caderas,

mueve la luna:

la baja hasta sus papeles tristes,

hasta sus manos de maricón tierno.

Algunas veces llora.



La cabeza del poeta es un pájaro enorme.

La boca del poeta es la levadura

donde crecen los cadáveres:

él los nombra,

les da la entidad que se merecen.

No sabe hacer nidos,

pero los abraza.



El poeta no posee límites.

Ataca con el alma.

Contraataca con el cuerpo.

Se rehace

en el manantial de su semen.

“Para la libertad”, dice

y se abraza a la cintura de los peces.

Traduce el mar,

palabra por palabra.



Algunos lo llaman mentiroso,

farsante, resentido.

Le cuelgan la venganza

de su cogote de maricón tierno.

Le señalan las lágrimas y el culo:

“Este puto exagera.

Este puto es un gusano.

¡Viva la Revolución, Carajo!

Viva el dolor,

cuando queda lejos de casa.”



El poeta los mira,

con ánimo de ofender a todos.

Después se muere.



Para que aprendan.






Arte: "Reinaldo Arenas", Jaime Clara

Del poemario "La antigua enfermedad del otoño" (2011)

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