LUNA PERDIDA
Pleno, sortílego, perenne,
ese hombre me supo.
Se deslizó por mi sed como un cuchillo,
como un violín profeta.
Multiplicó el fuego genital que se propaga
con las leyes del alba.
Él se afiló sus uñas en mi espalda
y yo arrojé mi ojos a su paso,
le di mi duda anclada en enjambres de lluvia,
mi flecha de claveles.
Ese hombre se obligó
a dejar una huella
cuando se hirió en mi herida.
Pero no supo bailar con el dolor,
no resistió
publicar sus entrañas
(así es como se pierde la luna).
Fuimos pan amasado con harinas gemelas
y ahora somos nada.
Del poemario "Todos los hombres que me amaron" (2012)
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