CORREGIR EL AZAR
Él se demoraba en mis heridas,
el alacrán de raso
(el veneno de seda).
Él me llenaba el hambre
(ese cofre de piernas sin sosiego)
con la destreza de una lengua sin suturas.
En un nido de ojos enredados,
de crímenes sin puño,
hicimos el amor
con ladrillos de furia.
Ahora sólo resta
corregir el azar
para que sea azahar
y quede algún perfume
después de haber vivido tan poco cielo juntos.
Después de habernos muerto tanto.
Del poemario "Todos los hombres que me amaron" (2012)
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