MERCEDES DE ACOSTA ESCRIBE SU PRIMER POEMA DE AMOR PARA GRETA GARBO
Cuando se conocieron
la Garbo elogió el brazalete que llevaba Mercedes.
La poeta no dudó en convertirlo
en una ofrenda a la Diosa:
en una ofrenda a la Diosa:
“Lo compré para vos en Berlín”,
murmuró mientras se lo quitaba de la muñeca
y lo dejaba a sus pies.
Ahora, sola en su cuarto,
Mercedes evoca los ojos eternos de Greta,
su media sonrisa inescrutable,
sus pechos reprimiendo el salto como conejos tibios
debajo de la blancura prometedora del sweater.
Ella,
que se jactaba de ser capaz de quitarle la mujer a cualquier hombre,
sabe que no es digna de la Diosa,
pero comprende que una palabra suya
bastaría para salvarla.
Ahora, sola en su cuarto,
Mercedes de Acosta escribe su primer poema de amor para Greta Garbo.
Su boca es un hervidero de abejas y aguijones
ungidos por el deseo.
Entre sus muslos
un hilo de luz se convulsiona
en una danza de luciérnagas y hambre.
Mercedes elige cuidadosamente las palabras
(siempre hay que elegir cuidadosamente las palabras
cuando se habla de amor).
Las abejas se escapan de su boca,
besos en tropel que mueren en el aire,
y un sabor a canela y a naranja
madura en la cresta de su lengua.
El sabor del sexo de la Diosa,
adivina,
y se persigna en nombre de la Garbo,
de su cuerpo largo y sagaz,
de su cuerpo largo y sagaz,
de sus pezones fosforescentes que la apuñalan
y la hacen caer de rodillas.
Mercedes cae y escribe.
Escribe.
Su primer poema de amor para Greta Garbo.
Su primer poema de amor.
De "Enaguas de encaje rotas", Editorial Ruinas Circulares (2019)
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