ESPERANDO QUE EL SOMNÍFERO HAGA
EFECTO
Tengo
la cabeza apoyada en la almohada
pero
el sueño no llega.
Me
cuesta dormir.
Me
cuesta envolverme con la lengua
como
si fuese una chalina hecha de pájaros
y
acunarme en palabras blandas.
Me
cuesta relajarme,
vaciarme
de ideas.
Los
pensamientos se agolpan en mis sienes
como lobos infecciosos.
Pienso
en tus ojos,
lo
primero en pudrirse, seguro,
como
se pudrieron los jazmines
cuando
la lluvia se pasó de la raya.
Pienso
en la muerte.
La
tuya, la mía.
Me
parece que me ahogo
pero
no.
Es
un golpe de calor de los 50.
Me
siento estúpida
con
mi pijama de la Mujer Maravilla.
Cuento
ovejas saltando una cerca:
una,
dos, tres…
la
cuarta me mira.
No
salta.
Creo
que ella también piensa que me veo estúpida
con
mi pijama de la Mujer Maravilla.
Pienso
en tus ojos,
en
las hormigas que habrán trajinado
tus
párpados quietos.
Nombro
grupos musicales que empiecen con A, con B, con C.
Abba, AC DC, Aerosmith…
Beatles, Beach Boys, Blondie…
En
Creedence vuelvo a acalorarme.
Mi
pijama es una bandera de rendición
plantada
en los 50.
Pienso
en la muerte.
La
tuya, la mía.
En
lo aburridos que fueron
los
dos primeros capítulos de “Twin Peaks”.
Pienso
en los poemas de Miyó Vestrini,
en
las caricias que son manotazos,
en
vos
mirando
el papel higiénico
impregnado
de tu caca de niño triste.
Pienso
que escribir poemas
es
como bailar en la cubierta del Titanic.
Entonces
todo se funde en negro.
Así
terminan las películas que me gustan.
Con
el suicidio de la luz.
Buenas
noches hasta dentro de un rato
cuando
la Mujer Maravilla proteste
empapada
en sudor.
Arte: Insomnia In D Major, Zhana Viel
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