viernes, 16 de marzo de 2018

ASSIA




ASSIA
                                                                                                                          
Sylvia está muerta

“Sylvia está creciendo en él, enorme y espléndida. Yo me encojo cada día, mordisqueada por ambos. Me comen”.
Assia Wevill (1927 – 1969)



Sylvia está muerta y yo soy una diablesa

sentada en sus sillones.

Toco las cabezas de sus hijos

con mis uñas pintadas de naranja.

Toco la boca de su esposo

con mi vulva espesa y ardiente.

Sylvia está muerta y yo soy una bruja.

En un bosque ruso hay un caldero donde bullen

mis fetos abortados.



Sylvia está muerta pero a veces

entra en la habitación

cuando Ted y yo estamos desnudos.

Entra con ese aire a cadáver que detesto.

Yo me tapo la boca, me tapo el sexo,

me tapo el cielo.

Entra con la excusa de recoger unos poemas

que dejó olvidados en nuestra desnudez.

A veces se queda toda la noche.



Sylvia está muerta pero soy yo

la que empieza a pudrirse.

Ella crece entre las piernas de mi/su hombre.

Yo me encojo

como un conejo asustado.



Ted me dice que se va,

pero Sylvia se queda.

Gira la perilla del gas,

abre la puerta de horno.

Es ella la que arrastra la cama hasta la cocina,

la que acuesta a mi hijita en ese bote de naufragio.

La que me prepara el vaso de whisky,

las pastillas.

Sabe que su saco de viuda de amor

me queda grande.



Sylvia está muerta y yo también estoy muerta.

Ahora estamos a mano, pero no.

Ella sigue creciendo,

un largo poema rubio convertido en tragedia.

Yo me encojo.



Me encojo.



Puta, amante, nada.




Arte: "Assia Wevill", Pilar Bonet



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