SOBRE "DESOLADO" DE JORGE O. HERMIAGA
Allen Ginsberg
dijo cierta vez que lo único capaz de salvar al mundo es la recuperación de la
conciencia y que la poesía –la buena poesía- apunta justamente a eso: recobrar
nuestra humanidad y despertar a la realidad caótica y dolorosa de nuestros
mundos (interno y externo) para poder propiciar el cambio, con la acción y con
la palabra, porque la palabra tiene la potestad de modificarnos y, por ende,
modificar nuestra forma de percibir al entorno y al otro y relacionarnos con
ellos. “Desolado”, de Jorge Hermiaga,
es un libro de poesía –de buena poesía- que cumple perfectamente la premisa
enunciada por Ginsberg: cada uno de los poemas que lo componen –lúcidos e
impecables en su factura- logran conmover y conmocionar al lector, interpelarlo
y obligarlo a tomar partido frente a situaciones límite como la guerra, la
injusticia, la desidia, la mentira de
los poderosos.
Jorge Hermiaga
es un poeta que ha trascendido exitosamente la gastada fórmula “chico ama a chica” y nos regala un libro
de belleza formal indiscutible pero, sobre todo, una obra que se hace carne con
el compromiso social y la denuncia, sin caer jamás en el panfleto, proeza
reservada sólo a unos pocos elegidos. “Desolado”
es un arma que apunta directamente al corazón de la indiferencia y lo hace
estallar en mil pedazos. Su lectura resulta imprescindible en tiempos en los
que el otro suele desdibujarse frente
al prisma del egoísmo y urge recuperar la conciencia.
Raquel Fernández
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