ZOMBIE
I
Manhattan,
Nueva York – 1957
Ella vio ese rostro tan amado
que no conocía,
lo vio goteando en un mundo sin Dios.
El rostro amado era
un párpado de sangre
que se cerraba para siempre,
una estrofa de infancia con el espinazo
quebrado.
Ella cortó flores blancas
y le dio de comer a su hijo muerto
pétalos fríos como dagas,
como huesos.
Lloró hasta recordar
que estaba tan muerta como él.
Los dos se están velando,
abrazados.
Fotografía: Marilyn Monroe (1957), Richard Avedon
Del poemario "Good bye, Norma Jean" (2016)
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