VOS SABÉS
Vos sabés lo que opino de diciembre:
que es una calamidad. Una plaga.
Diciembre robustece a los muertos.
Multiplica en las mesas vajilla desolada
donde el viento se devora a sí mismo.
Falsea la alegría.
Desfigura su sexo de verano con historias
donde se agita el frío
y una llora preparando la Waldorf
porque se acuerda de la vendedora de fósforos de Andersen.
(En realidad, una llora por otra cosa,
llora porque diciembre la estrangula
con estúpidas guirnaldas,
porque no se va a ir a la cama con el hombre que quiere,
porque está harta de la cocina,
pero la vendedora de fósforos es la excusa perfecta:
pobrecita, tan chiquita y congelada;
pobrecita, tan chiquita y muerta).
Vos sabés lo que opino de diciembre:
que es una úlcera en el almanaque.
Sin embargo, año tras año,
estoicamente burguesa,
me acomodo a sus exigencias.
Así que acá tenés la listita de lo que tenés que comprar.
Por favor, el champagne rosado.
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