VERANO DEL ‘76
A Daniel
Vos armabas canastitas con abrojos
Vos armabas canastitas con abrojos
y yo tenía una coronita de flores en el pelo
(“Soy una princesa, ¿ves?
Y a las princesas no les pasa nada malo.
Nunca.”)
Hacía calor y esperábamos
que alguien nos rescatara de ese jardín ajeno.
Queríamos volver a casa y ver la Pantera Rosa.
Queríamos volver a casa,
Queríamos volver a casa,
a papá y mamá enormes y definitivos,
mamá con un gorrión en la garganta,
papá con el corazón entero
(nada de “Jorge no puede respirar”,
nada de “Jorge se muere”,
a las princesas no les pasan esas cosas).
Vos me creías cuando yo te decía
que todo estaba bien,
que los médicos curaban. Siempre.
(Me creías cuando te decía que los caracoles se casaban,
que si girábamos en el patio hasta marearnos
cantando “El sol sale para todos”
la lluvia se iba,
que la mamá de Bambi estaba sana y salva en una casita de Mar del Plata:
“Yo la vi, te juro que yo la vi, lo de la película fue todo mentira”).
Vos armabas canastitas con abrojos
y yo tenía una coronita de flores en el pelo.
El verano se prometía lindo.
Queríamos volver a casa.
Y volvimos.
Volvimos
para besar a un señor frío y blanco
que era papá
pero no era.
Volvimos
para aprender a ser huérfanos.
Hermoso poema, cuánto dolor!
ResponderBorrarMuchas gracias, Rose. La pérdida de un padre siempre es sumamente dolorosa, y cuando se es un niño, más aún.
BorrarUn abrazo!