SOBRE
LA POESÍA DE PAOLA IPPOLITO
Hace poco menos de diez años,
antes del boom de las redes sociales
y en pleno apogeo de los blogs
personales, muchos de ellos dedicados a la literatura, recibí un mensaje de una
escritora a la que no conocía pidiéndome algún consejo acerca de cómo dar a
conocer su trabajo en la web. Le
respondí desde mi experiencia como poeta y bloguera
y, a partir de ese momento, entablamos una amistad que fue afianzándose con los
años. La chica en cuestión era Paola Ippolito y me permito contar esta pequeña
anécdota porque, al igual que ella, no creo en las casualidades. Que nuestros
caminos se cruzaran, que descubriéramos la una en la otra inquietudes afines,
un mismo modo de encarar la palabra y un mismo modo de vivenciar el hecho
poético, como vehículo de sanación y cambio, de visibilización de situaciones
que nos afectan como sociedad, de herramienta de lucha, no es casual. No es
casual que yo esté escribiendo estas palabras sobre una poeta y mujer a la que admiro y quiero, y cuyo trabajo
me conmueve y me sorprende día a día.
La poesía de Paola Ippolito es
una poesía visceral y hondamente comprometida. Una poesía que trasciende las
experiencias personales y se enfoca allí donde la sociedad tiene una herida que
debe y merece ser sanada. Un grito donde la hermosura y el talento se conjugan
para llamarnos la atención acerca de situaciones dolorosas y, asimismo, un
bálsamo para ese dolor que nos atraviesa como ciudadanos y, sobre todo, como
hombres y mujeres de bien. Paola se adueña de la palabra, la trabaja con celo
de orfebre, y nos ofrece una poesía que impacta no sólo por su contenido sino
por la delicadeza y la belleza con la cual ese contenido es presentado. Ricas
metáforas, musicalidad y cadencia, profundo lirismo, se conjugan en cada poema
y ponen de manifiesto una voz imprescindible en el panorama poético actual.
Paola es una mujer que ha
sabido hacer de la poesía un vínculo con aquellos que sufren. Que ha llegado
con su voz a muchas personas que no se acercan habitualmente al hecho poético
pero que se han visto contenidas y abrazadas por su palabra. Personalmente,
considero, en consonancia con el inmenso Nicanor Parra, que la poesía no es un
objeto de lujo, sino un artículo de primerísima
necesidad. Un artículo que debe ser lo suficientemente poderoso como para
romper el círculo vicioso en el cual los poetas son leídos únicamente por
poetas y llegar a la sociedad en su conjunto. Paola logra construir ese
artículo, convertirlo en herramienta de cambio y en bastión popular, sin
hacerlo perder la belleza formal que lo definen como poético. Un gran logro que
no todos los escritores y, sobre todo los poetas, somos capaces de alcanzar.
Es cierto: quiero a Paola, y la
quiero mucho. Pero ese cariño, que sé correspondido, no es el que me lleva a
considerar su poesía del modo en que lo hago. Más allá del afecto que yo siento
por Paola Ippolito, sé, comprendo, vivencio, que su trabajo cumple con la
premisa fundamental del hecho poético: sumarle al mundo una cuota de belleza y
hacerlo diferente y mejor. “El mundo no
vuelve a ser el mismo cuando le agregamos un buen poema”, sentenciaba el
talentosísimo poeta británico Dylan Thomas. Paola escribe y transforma y mejora
al mundo, hecho que la define como una artista imprescindible y una poeta cuya
voz trascenderá los avatares del tiempo y el espacio.
Raquel
G. Fernández
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