PELIGRO DE OTOÑO
“Y la sed, mi memoria es de la sed, yo abajo, en el fondo, en el pozo, yo bebía, recuerdo.” – Alejandra Pizarnik
Lo digo y digo otoño.
Pero no un otoño rebuznado.
Un otoño que valió la pena.
La plaza era un reducto de hojas crepitantes.
Tan vivas como el tacto.
(Hay quien barre las hojas,
hay quien no las barre.
A eso se reduce el mundo.
A los catorce.)
Yo tenía los ojos de un ángel.
Era tan blanca.
Era la luz vertical,
la trampa débil
donde su boca se asomaba
y no.
Ni siquiera hubo un beso.
Todo en él se redujo al otoño.
Al paso simultáneo.
Unos dedos marcando pertenencia
en las palabras que iban sobrando.
No abrí la boca al juego
de saliva y botánica.
No abrí los muslos a lo que venía.
Yo tenía los ojos de un ángel
(las alas,
en su sentido más diverso)
y me quedaba quieta.
Peligro de otoño en el recuerdo.
Yo no barro las hojas del pasado.
Las abrazo.
Arte: "Little Brown Bird", Carmen Medlin
Del poemario "Todos los hombres que me amaron", Ediciones Literarte, 2012