CEMENTERIO
SIT TIBI TERRA LEVIS
El olvido es tangible.
Tiene rostro.
Tiene pasos confusos.
Pero llega.
Tiene una culpa vieja en la garganta.
¿La mía? ¿La tuya?
¿La nuestra?
El olvido es tangible.
Yo lo vi.
Hoy lo vi.
Y hasta pude tocarlo.
Se quebraron mis uñas
arrancando los yuyos
de las tumbas ajenas.
Limpié el mármol extraño.
Quité las telarañas
que tejían a Cristo.
Toqué fotografías.
Los muertos sonreían.
Antes de saber.
SIT TIBI TERRA LEVIS
El olvido es tangible.
Tiene rostro.
Tiene pasos confusos.
Pero llega.
Tiene una culpa vieja en la garganta.
¿La mía? ¿La tuya?
¿La nuestra?
El olvido es tangible.
Yo lo vi.
Hoy lo vi.
Y hasta pude tocarlo.
Se quebraron mis uñas
arrancando los yuyos
de las tumbas ajenas.
Limpié el mármol extraño.
Quité las telarañas
que tejían a Cristo.
Toqué fotografías.
Los muertos sonreían.
Antes de saber.
Me deshice
de tanta agua podrida,
de tantas flores secas.
Que no eran mías.
El olvido estaba ahí.
Me miraba con sorna.
Me miraba y decía:
“Esto es así, chiquita.
No le des más vueltas al asunto.”
Una tumba.
Otra tumba.
Tantas tumbas.
No pude con todas.
No pude
con tanto abandono.
Entonces me mordí las manos.
Y lloré.
Poema publicado en el bolg "Emma Gunst"
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