ÉRAMOS CINCO
A Jorge
“¿…en dónde me detuve y continuaron ellos, hasta terminar sus viajes?” – Pablo Neruda
No.
No te hubiera reconocido.
En esa foto.
Yo buscaba a un muchacho de dieciocho años.
El tiempo
-agua dura como el cristal-
no lava la fisonomía del recuerdo.
Qué perdí,
qué perdimos,
cuando nos robaron la áspera ternura
de llamarnos familia.
Cada uno siguiendo su camino.
Cada uno golpeándose y muriendo
a su manera.
Vos,
a la manera de un señor de bigotes
que no es el primo de dieciocho años.
Pero es.
Cómo nos acostumbramos
a adelgazarnos en los espejos hasta no ser
los cinco que abríamos paquetes juntos
los 24 de diciembre.
Cómo nos soltamos la sangre,
las sílabas.
Cómo florecieron los cuchillos
para cortar
las vértebras del cielo.
Éramos cinco y somos tres.
Y nos seguimos rompiendo,
sin que las flores nos hagan justicia.
A Jorge
“¿…en dónde me detuve y continuaron ellos, hasta terminar sus viajes?” – Pablo Neruda
No.
No te hubiera reconocido.
En esa foto.
Yo buscaba a un muchacho de dieciocho años.
El tiempo
-agua dura como el cristal-
no lava la fisonomía del recuerdo.
Qué perdí,
qué perdimos,
cuando nos robaron la áspera ternura
de llamarnos familia.
Cada uno siguiendo su camino.
Cada uno golpeándose y muriendo
a su manera.
Vos,
a la manera de un señor de bigotes
que no es el primo de dieciocho años.
Pero es.
Cómo nos acostumbramos
a adelgazarnos en los espejos hasta no ser
los cinco que abríamos paquetes juntos
los 24 de diciembre.
Cómo nos soltamos la sangre,
las sílabas.
Cómo florecieron los cuchillos
para cortar
las vértebras del cielo.
Éramos cinco y somos tres.
Y nos seguimos rompiendo,
sin que las flores nos hagan justicia.
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