TU SILENCIO
Este tácito aleteo de cenizas
ha espigado
hasta romper
los tendones del recuerdo.
Si lo toco me daña.
Si me toca me convence
de la precariedad de todo juramento.
La noche de los dos se quebró.
Aunque mordamos la misma tierra
y conjuguemos el mismo cielo,
la distancia entre mi herida y tu navaja
se agiganta
en los ojos de todas tus amantes.
Mi fetiche caliente como un jadeo
abierto,
mi animal blasfemante,
no hay palabras que se enreden en tu boca
y me salven,
y me devuelvan a tu carne ajena.
Pasajero de todas mis carencias
libraste con mi sexo enajenado
una batalla efímera.
En mis muslos suplicantes
enterraste
la bandera de tu soberanía.
Y renunciaste luego a esta tierra baldía
que no se sobrepone
a su destino de milagro trunco.
Cuántas cartas que no escribí jamás
han devorado
las larvas del silencio.
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