PLAYA
La danza circular de las libélulas
sobre la arena ardiente
augura una tormenta.
La playa borracha de verano
tiene la piel dorada.
Y allí está el mar, el mar,
como una cuna formidable
donde mece la mano de Dios Padre
una infinita variedad de criaturas
no ultrajadas jamás por vista humana.
Percibo lo que fue y se desdibuja,
lo que ha barrido el tiempo:
los rostros vivos de las altas piedras,
el mana* de los ojos poderosos.
Y recuerdo el futuro:
una playa desierta,
los perfiles de roca ausentes con aviso,
la luna revolcándose en la arena,
quizás algunos pájaros nocturnos.
Tendida en la estridencia del silencio
me prolongo hacia la tormenta inminente
y sueño huir con las gaviotas.
*Poder sobrenatural que animaba el funcionamiento de las
actividades de la isla.
Fotografía: Playa Anakena, Rapa Nui
Del poemario "Ojos que miran al cielo", Ediciones Amaru, 2007
Del poemario "Ojos que miran al cielo", Ediciones Amaru, 2007