ACERCATE
A Claudia Isabel
Acercate.
Acercate a Aejandra
de otra manera.
Ella te está mirando
desde la alcantarilla
con la misma mirada que a los quince
se escondía a fumar
en los baños del ENSPA,
pero no quiere que te pulverices.
Los seres humanos no somos rosas,
aunque tengamos espinas.
Acercate despacito,
a la más desnuda del bosque;
los ciervos tienen ojos líquidos
cargados de presagios,
pero son asustadizos
y el bosque es tan espeso,
no vaya a ser que la espantes.
Acercate a esa Alejandra
que sabía
lo que casi nunca queremos saber
e hilvanaba palabras
con la destreza
de la costurera del reino.
Acercate a la niñita de tiza rosa
dibujada en el muro,
pero hacelo sin lágrimas;
la sal no sala y el azúcar no endulza
pero el llanto moja,
despinta, desvive, desanda, desarma.
Alguien que la conoció
más que vos y que yo
(no me preguntes quién,
sabés que mi disco rígido es inútil
para almacenar ciertos datos:
me paso tardes enteras
tratando de memorizar mi nombre,
el chico tiene piojos y yo no me doy cuenta,
y no sé en que lánguida esquina
dejé olvidado a mi último amante)
dijo que jamás se había cruzado con alguien
que deseara tanto vivir.
Vivir.
Acercate a Alejandra desde la vida.
Prendele una velita al Ángel dela
Palabra.
Y después, si querés,
pulverizamos rosas juntas.
A Claudia Isabel
Acercate.
Acercate a Aejandra
de otra manera.
Ella te está mirando
desde la alcantarilla
con la misma mirada que a los quince
se escondía a fumar
en los baños del ENSPA,
pero no quiere que te pulverices.
Los seres humanos no somos rosas,
aunque tengamos espinas.
Acercate despacito,
a la más desnuda del bosque;
los ciervos tienen ojos líquidos
cargados de presagios,
pero son asustadizos
y el bosque es tan espeso,
no vaya a ser que la espantes.
Acercate a esa Alejandra
que sabía
lo que casi nunca queremos saber
e hilvanaba palabras
con la destreza
de la costurera del reino.
Acercate a la niñita de tiza rosa
dibujada en el muro,
pero hacelo sin lágrimas;
la sal no sala y el azúcar no endulza
pero el llanto moja,
despinta, desvive, desanda, desarma.
Alguien que la conoció
más que vos y que yo
(no me preguntes quién,
sabés que mi disco rígido es inútil
para almacenar ciertos datos:
me paso tardes enteras
tratando de memorizar mi nombre,
el chico tiene piojos y yo no me doy cuenta,
y no sé en que lánguida esquina
dejé olvidado a mi último amante)
dijo que jamás se había cruzado con alguien
que deseara tanto vivir.
Vivir.
Acercate a Alejandra desde la vida.
Prendele una velita al Ángel de
Y después, si querés,
pulverizamos rosas juntas.
(Hay historias de amor que se cierran
como abanicos
pero vos y yo sabemos
que los abanicos son mágicos
y vuelven a abrirse
cuando uno menos lo espera).
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