martes, 18 de noviembre de 2008

PERDÍ TU DIRECCIÓN


PERDÍ TU DIRECCIÓN



Perdí tu dirección. 

La había anotado tu boca

descendiendo 

como una arañita inquieta 

desde mi nuca hasta mis muslos, 

bosquejando cierta calle,  

cierta esquina, 

cierto jardín empapado de insectos fascinantes 

y  rosas tejedoras 

del idioma del agua.



Pero la perdí.



Me acostumbré a vivir entre arañas 

que no escriben con  saliva 

el santo y seña 

de un amor que pasará a mi historia 

por su mala conducta 

(me morí de pena por los cuatro costados 

cuando me quitaste 

las ocho patas de tu beso).



Perdí tu dirección.

¿Qué hago ahora, 

recién bañadita 

y sin saber 

a qué puerta  

tengo que ir a golpear?




No hay comentarios.:

Publicar un comentario