¿Y AHORA QUÉ
PASA, EH?
“Y sobre todo
mirar con inocencia. Como si no pasara nada, lo cual es cierto.” – Alejandra
Pizarnik
¿Y ahora qué pasa, eh?
No pasa nada.
No pasa esto:
un estúpido chaparrón que no era
necesario
y las flores del paraíso decapitadas en
la vereda
-esa vereda que nunca barro,
porque los ojos de las vecinas son
demasiados saltones
y me asustan;
son como termitas dispuestas a devorar la
madera de este sueño
de ser y parecer un pájaro parado en la
mitad de un verso,
un pájaro ajeno a los precios abusivos
del almacén
y a la receta del cheesecake-.
No pasa esta distancia
entre la sed y el agua,
ni el miedo a que el mal paso de la
costurerita
salga mañana en primera plana de todos los
diarios
que se escriben
con la tinta subversiva de los secretos
familiares
(la foto de la portada sería una mujer de
piernas inesperadas
alimentando un conejo de ojos escarlata
y diciendo, convencida: “No barro. No barro. No barro.
Yo no barro.
Yo me tiro de
cabeza en una madriguera deseducada
buscando un
amor que no pasa. Nunca pasa.”)
¿Y ahora qué
pasa, eh?
No pasa nada.
No pasa esto:
no pasa este día que no quiere
cerrar las puertas del cansancio,
ni la foto de la chica de lentes
-un insecto gigante con una sonrisa
perversa
que nunca tuvo Gregorio Samsa-,
ni la muerta que muere de muerte común y
corriente
-no muere de un vestido azul ni de un
vestido rosa,
ni de un farol rojo partiendo en dos la
noche:
muere como todos los que no son ni
parecen pájaros,
prosaicamente,
sin un último batir de alas-.
No pasa este viento de octubre
que echó a volar mis cartas
(“Querido mío:
espero que estés bien
cuando no
recibas mis noticias
y que la chica
de lentes no escriba poemas,
y que nunca
tengas un gato;
a vos te veo
paseando un perro,
los gatos
tienen un no sé qué que no encaja
ni con vos ni
con ella.
Los gatos no
son tan simples.”)
¿Y ahora qué
pasa, eh?
No pasa nada.
No pasa nada, repito.
No pasa esta inocencia que me invento.
No pasa una luna con gatillo
ajusticiando un mundo que,
de tanto ser mundo,
ya da asco.
(¡Qué lástima! Hubiera sido una buena
muerte:
volarme los sesos con un disparo de González Tuñón
y hacer que esto cambie,
que todo cambie,
y que, de una vez por todas,
pase algo).
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