EPITAFIO
encendiendo luces escuálidas,
descarnado la osamenta de tus besos
para arrojársela a los lobos del aire,
escribo tu epitafio.
Demorándome en un tiempo
de presagios,
de rumores agónicos que se esfuman
con inusitada certeza,
desentrañando la maraña de tu pelo
para arrancar las mariposas muertas
que se agolparon en tus sienes,
escribo tu epitafio.
Repatriando mi voz
-esa voz que se aferró a tus dedos
y fue un nudo de carne cuando el amor
me asaltó entre tus piernas-,
rehaciendo el olvido,
escribo tu epitafio.
Escribo con los ojos secos,
con la garganta seca,
con el desierto fundiéndose en mi boca:
“Aquí yace un
hombre que pasó por mi vida
y se murió de
ausencia.”
Arte: "The Pinnacle", Lori Earley
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