TU VOZ
“He pasado cientos de domingos
a solas con tu voz”.
Juana Bignozzi
He pasado cientos de horas mansas
eternizándote en el mágico rito del juego,
exorcizando ausencias
en cada taza de té bebida a sorbos
con muñecas de ojos expectantes
y bocas siempre mudas.
He pasado cientos de mañanas
caminándote en playas y en exilios,
convocando carpinteros y morsas,
tocándote en la piel de los espejos,
defenestrando al tiempo
y al reloj por estúpido artilugio
que nos obliga a alejarnos de la infancia.
He saltado rayuelas infinitas
para llegar a un cielo
donde pudiera encontrarte y encontrarme,
preguntándote si la carne de Dios era traslúcida
y preguntándome si en la muerte
tu carne sería traslúcida también.
He pasado días enteros
a solas con tu voz,
tu voz, que trascendía milagrosamente
las fronteras desgraciadas de la tumba
y me llamaba “hija”
rescatándome de una niñez desangelada.
Tu voz, que se fue esfumando como un sueño
cuando abrimos los ojos
a la vida prosaica
y a la que un día, olvidable y olvidado,
aplastó el silencio.
Arte: “L'enfant silence”, Benjamin Lacombe