NATALIA D.
“Me despido de la memoria
y me despido de la nostalgia…”
Jorge Teillier
No hay nada más blanco que una chica muerta.
Nada más frío.
Nada más solo.
Es un paisaje lunar definitivo.
Una prórroga de nada.
Una chica
debería sentarse en una plaza,
alimentar la urbanidad puntual de las palomas,
celebrarse en todas las esquinas,
anestesiar su urgencia con gorriones.
Tener un novio. O dos.
Tener un perro.
Escribir algún poema mediocre.
Una chica
debería llorar por nimiedades,
tener amigas que la quieran
y hablen a sus espaldas
de lo mal que le queda algún vestido.
Desordenar las jaulas.
Imaginar la noche de los cuerpos.
Tener el albedrío para elegir su herida.
Una chica está para otra cosa.
Para leer “Crepúsculo”.
Para volver a las muñecas si hace frío.
Para morirse no. Para vivirse.
Para saberse viva.
Natalia Di Gallo apareció
violada y asesinada en el Parque Pereyra Ira0la de
Berazategui, Buenos Aires, el primer día de 2004. Había salido de su
casa del barrio Don Orione, de Florencio Varela, en horas de la noche del 28 de
diciembre de 2003, junto a Nicolás Gómez, a quien conocía de la
escuela. El chico que la acompañaba sostuvo que habían sido
sorprendidos y atacados por desconocidos cuando estaban en el interior su auto
Renault 11, pero su coartada no resultó creíble. Nicolás Gómez se encuentra
imputado por el crimen junto a Daniel Ojeda, un remisero de la zona de
Bosques. Natalia tenía apenas 16 años cuando fue asesinada.
Del poemario "Interrumpidas" (2017 - 2° Edición)
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