viernes, 7 de junio de 2024

ESPERANDO QUE EL SOMNÍFERO HAGA EFECTO

 ESPERANDO QUE EL SOMNÍFERO HAGA EFECTO

Tengo la cabeza apoyada en la almohada
pero el sueño no llega.
Me cuesta dormir.
Me cuesta envolverme con la lengua
como si fuese una chalina hecha de pájaros
y acunarme en palabras blandas.
Me cuesta relajarme,
vaciarme de ideas.
Los pensamientos se agolpan en mis sienes
como lobos infecciosos.
Pienso en tus ojos,
lo primero en pudrirse, seguro,
como se pudrieron los jazmines
cuando la lluvia se pasó de la raya.
Pienso en la muerte.
La tuya, la mía.
Me parece que me ahogo
pero no.
Es un golpe de calor de los 50.
Me siento estúpida
con mi pijama de la Mujer Maravilla.

Cuento ovejas saltando una cerca:
una, dos, tres…
la cuarta me mira.
No salta.
Creo que ella también piensa que me veo estúpida
con mi pijama de la Mujer Maravilla.
Pienso en tus ojos,
en las hormigas que habrán trajinado
tus párpados quietos.
Nombro grupos musicales que empiecen con A, con B, con C.
Abba, AC DC, Aerosmith…
Beatles, Beach Boys, Blondie…
En Creedence vuelvo a acalorarme.
Mi pijama es una bandera de rendición
plantada en los 50.
Pienso en la muerte.
La tuya, la mía.
En lo aburridos que fueron
los dos primeros capítulos de “Twin Peaks”.
Pienso en los poemas de Miyó Vestrini,
en las caricias que son manotazos,
en vos
mirando el papel higiénico
impregnado de tu caca de niño triste.
Pienso que escribir poemas
es como bailar en la cubierta del Titanic.

Entonces todo se funde en negro.
Así terminan las películas que me gustan.
Con el suicidio de la luz.

Buenas noches hasta dentro de un rato
cuando la Mujer Maravilla proteste
empapada en sudor.


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