INGEBORG
Hablar
con la Muerte
“Y he
elegido a la muerte,
para todas las confesiones…”
Ingeborg
Bachmann (1926 –
1973)
Yo elegí
hablar con la Muerte
y la Muerte era un perro transparente
que comía de mi mano
como comen las
palomas
de la mano de la vieja loca de la plaza.
A veces me mordisqueaba los dedos
y mis dedos sangraban,
y yo no entendía
el color de la sangre.
A veces soltaba en mi palma
una lágrima de vidrio
y yo pensaba en el Sena,
y el Sena tenía la
amargura
de treinta píldoras
engarzadas
en una lengua vencida,
y era tan largo
como una caída por la ventana,
y era tan corto
como un poema escrito
en la cabeza de un alfiler.
Yo elegí
hablar con la Muerte
y la Muerte era un perro transparente,
y el perro era un océano
donde ahogar mi omóplato viudo
y lavarme la mugre
de no ser amada.
Yo hablaba con la Muerte
casi todo el día
los últimos días
y cuando creí que la Muerte
había dejado de escucharme
me arranqué una a una
las páginas del cuerpo
y las prendí fuego
para que nadie, jamás,
pudiera leer
cuánto me dolía.
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