Estamos convocados hoy para presentar "Pan de agua - Poesía social contemporánea de Buenos Aires", una antología editada por La luna que. Y confieso que presentar un libro tan contundentemente poético en estas épocas de grieta, mercados e injusticias, no es tarea fácil.
Presentar autores con una trayectoria incesante en el arte de sugerir, denunciar y sensibilizar, en estas épocas de números, de grieta, de mercados e injusticias es una terquedad en las historias de los pueblos.
Presentar "Pan de agua" hoy es un acto de resistencia, de rebeldía.
Resistencia a la palabra hilacha, a los slogans, a la objetividad de los números, a los títulos rimbombantes de los cargos, a la oscuridad de las estadísticas sobre lo humano, desde la claridad de la emoción, desde el trémulo sentir, desde el espanto.
Alicia Genovese dice que "el discurso poético se mueve como pez en el agua en ese socavamiento de los discursos estructurados y cerrados, obligados a prescindir de demasiadas cosas en su búsqueda estricta de objetividad (...)". Y hay tambaleos cuando leemos la antología porque "(...) se suscribe nuevamente el acta de defunción de un mundo mecánico, newtoniano (...)" que gira alrededor de la idea de modernidad. Hay en la poesía una dimensión tan antigua como el hombre: la de la intuición que emerge a través de metáforas que se descubrirán en cada línea de esta antología. "(...) En el poema, el mundo representado sale de la indiferenciación con la que se presenta en el mundo real, se mezcla con procesos subjetivos, se asocia con los contenidos inconscientes que todo poema lleva en su lenguaje, esa agua barrosa y mezclada con sedimentos, empujada desde su energía cosmopositiva (...)"
El artilugio de la palabra para desentrañar y volver a decir ese mundo real en el que vivimos recurre a la oposición, a la antítesis, para, en algunos casos, tranquilizar el dolor, como lo sentí (y digo sentí porque la palabra poética ataca los recovecos personales, intransferibles) en el poema de Claudio Simiz "Los hijos", en el que se pone en valor, se cotizan, para hablar acorde a estos tiempos, la risa, el llanto, la danza. En otros, simplemente, para desnaturalizar y refutar esas frases tan corrientes como la que desintegra Mónica Angelino en su "Tampoco en la muerte hay equidad", que me provoca desazón, angustia ante la conexión con las muertes que nos igualan, pero no sus circunstancias. Aunque en ambos poemas la desigualdad rodea a la vida, alimenta la miseria, la injusticia, la desproporcionada distribución de la riqueza.
Arte poética que, como en la poesía "No ojalar más cinturones" de Jorge Omar Hermiaga, traslada sentidos a través de "versos huérfanos" y "escribo sobre un pan" como modo de sublevación al lenguaje y a la realidad.
Palabra saeta en "El silencio es salud", de Raquel Fernández, cuando espeja esos dichos instalados que taladraron nuestros tímpanos e intentan hacerlo también en estos tiempos. ¿Quién no escuchó la frase "en la escuela de Santiago Maldonado no se habla"? ¿Quién no recuerda los festejos del Mundial 78? Poesía social y política, sí señores, política como denuncia de los discursos de funcionarios, representantes, poderosos con fines espúreos, que se meten despacito en el sentido común a través de las voces de pseudo-mediadores.
Encadena palabras, va y vuelve, giran los versos de Mirna Santillán hasta espetarnos la perversión de las instituciones en "Cristiana pedofilia".
En una sucesión creciente en sentidos, Marita Ragozza define a la injusticia en su poema homónimo, y desde allí a los personajes que elige para pasearse inmune a las denuncias.
Por último, David Sorbille, además de estampas de lo social, evoca en una irrupción polifónica propia de lo literario, a un autor que quizás muchos de los presentes leímos en sus canciones, en su denuncia, en sus versos. David homenajea a Don armando Tejada Gómez, quien tantas veces vino a nuestras palabras para recordarnos que siempre hay un niño en la calle.
Les agradezco su presencia en esta breve presentación de una antología de la que no saldremos iguales después de leerla. Como rasgo fundamental de la literatura, no saldremos iguales. Quedan muchas cosas de las que hablar para sentirlas propias, para repensarnos como ciudadanos atravesados también por la poesía.
Graciela Ocampo
4 de noviembre de 2017
Una gran presentación, amiga mía, Raquel, fue todo muy emotivo.
ResponderBorrarGracias por ser parte y gracias Graciela por sus palabras.
Besosss
Un momento inolvidable!
BorrarGracias Graciela, grcias a todos mis compañeros " panaguados".
ResponderBorrarMe llevo este comentario para atesorar.
MARITA RAGOZZA
Abrazo, Marita!
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