POR
QUÉ DEBERÍAS Y NO DEBERÍAS ENAMORARTE DE MÍ
Deberías
enamorarte de mí
porque
tengo un lunar en la mejilla izquierda
igualito
al de Elizabeth Taylor.
Porque
hago el lemon pie más fabuloso del
mundo.
Porque
los perros me lamen las manos,
y las
mariposas se enredan en mi pelo,
y hasta
los pájaros dejan que les toque las alas,
algunas
veces.
Porque
recuerdo cómo es tener ocho años.
Deberías
enamorarte de mí
porque
recito de memoria y en francés “Déjeuner
du matin”
de
Jacques Prévert.
Porque
escribo poemas.
Porque
después de hacer el amor
mi sexo
se queda entre las sábanas,
respirando
acompasadamente como un animal dormido
y
acariciarlo es acariciar el lomo del verano,
caliente
y maravilloso.
Porque
puedo dormir de cualquier lado de la cama.
Porque
jamás olvido el cumpleaños de nadie.
Deberías enamorarte de mí porque no creo en Dios,
pero
creo, pero no.
Porque
cada noche repito con desazón
Padrenuestros de
humo.
Porque
perdono todas las ofensas
y caigo
en la tentación de cuando en cuando.
Porque
vi “The Big Fish” cientos de veces
y
todavía sigo llorando al final.
Porque
me gustan las flores.
Deberías enamorarte de mí
porque
llamo corazón a todo el mundo,
incluso
a la cajera del supermercado chino
que
siempre está malhumorada
y no me
contesta el saludo.
Porque
casi nunca levanto la voz
y casi
nunca me quejo.
Porque
confío hasta en los ladrones de banco.
Porque
no sé coser ni bordar pero abro todas las puertas
con una
inocencia feroz,
como si
abriera cartas de amor o regalos de Navidad.
No deberías enamorarte de mí
porque
le tengo fobia a los transportes públicos.
Porque
gasto fortunas en perfume
y jamás
pierdo al scrabble.
Porque
no voy a entender “Terminator”
aunque
me la expliques una y otra vez.
Y porque, además,
estoy
casada.
Poema publicado en el blog Fragmentos de vida - Poemas de amor, versos húmedos - Julio 2017
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