MALA
PRAXIS
Ciertas veces me sugieren
o me gritan
que mis palabras cortan
como si fueran siniestros escalpelos.
Mi cuerpo
-lo confieso-
también corta y desgarra,
pero los hombres lo ignoran
hasta que suben a él
y se degüellan
con el filo vertical de mis rodillas.
Cuando se van de mí,
algunos piensan
que salieron ilesos
del quirófano de mis ensoñaciones.
No es verdad:
corté sus corazones en trocitos
y sangran de manera tan profusa
que sus prendas íntimas son siempre
horriblemente rojas
y rojas son las camas donde blanden
sus sueños cada noche,
y no aman a otras:
me desaman.
Unos vuelven, a veces,
a reclamar por tanto corte avieso.
Pero jamás les abro la puerta,
porque estoy ocupada
limpiándome la sangre de las manos
con un trapo que no perdona vidas
y llorando a los gritos
con los zombies
de otra película atroz de George Romero.
Por favor, no me molesten.
Ciertas veces me sugieren
o me gritan
que mis palabras cortan
como si fueran siniestros escalpelos.
Mi cuerpo
-lo confieso-
también corta y desgarra,
pero los hombres lo ignoran
hasta que suben a él
y se degüellan
con el filo vertical de mis rodillas.
Cuando se van de mí,
algunos piensan
que salieron ilesos
del quirófano de mis ensoñaciones.
No es verdad:
corté sus corazones en trocitos
y sangran de manera tan profusa
que sus prendas íntimas son siempre
horriblemente rojas
y rojas son las camas donde blanden
sus sueños cada noche,
y no aman a otras:
me desaman.
Unos vuelven, a veces,
a reclamar por tanto corte avieso.
Pero jamás les abro la puerta,
porque estoy ocupada
limpiándome la sangre de las manos
con un trapo que no perdona vidas
y llorando a los gritos
con los zombies
de otra película atroz de George Romero.
Por favor, no me molesten.
Arte:
Sas Christian
Poema publicado en el "Diario de los Poetas" Nº 35 presentado en el Bar Urbano del barrio de Monserrat, CABA, Agosto 2008
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