A Rufina Cambacérès
Una niña de mármol
deja su huella huraña
en el páramo anárquico del miedo.
“Hágase la muerte”,
sentenciaron los ángeles terribles,
rechinando los dientes.
La niña, vulnerada,
se coaguló en el vértice malsano
de una hora deforme.
Los velos negros cosieron la caída
en el gris funerario de la piedra.
Pero la muerte aún no estaba hecha.
La niña abrió los ojos,
saturada de encajes y de ahogos,
con la mínima noche de una caja
mordiéndole las sienes.
Bella Durmiente en un mundo equívoco
de gusanos y cruces,
no hubo príncipe feliz que le arrancara
la luctuosa sentencia
hincada en su garganta.
Una niña de mármol
intenta huir del fúnebre aposento
donde la muerte se hizo sin piedades.
Sobre su boca rasgada por el grito
flota un aroma rancio
a crisantemos desarticulados.
Y los jazmines pasados y futuros
son en su rostro parido por cinceles
endurecidas lágrimas.
deja su huella huraña
en el páramo anárquico del miedo.
“Hágase la muerte”,
sentenciaron los ángeles terribles,
rechinando los dientes.
La niña, vulnerada,
se coaguló en el vértice malsano
de una hora deforme.
Los velos negros cosieron la caída
en el gris funerario de la piedra.
Pero la muerte aún no estaba hecha.
La niña abrió los ojos,
saturada de encajes y de ahogos,
con la mínima noche de una caja
mordiéndole las sienes.
Bella Durmiente en un mundo equívoco
de gusanos y cruces,
no hubo príncipe feliz que le arrancara
la luctuosa sentencia
hincada en su garganta.
Una niña de mármol
intenta huir del fúnebre aposento
donde la muerte se hizo sin piedades.
Sobre su boca rasgada por el grito
flota un aroma rancio
a crisantemos desarticulados.
Y los jazmines pasados y futuros
son en su rostro parido por cinceles
endurecidas lágrimas.
Rufina Cambacérès, hija de Eugenio Cambacérès, autor de "Sin rumbo", y de Luisa Bacichi, "amante y madre de un hijo de Hipólito Irigoyen", falleció, sin causa concreta, en el año 1903, la noche en que celebraba sus 19 años. Se cree fue enterrada cuando sufría un ataque de catalepsia, situación que se advirtió cuando los guardianes del cementerio avisaron, luego de algunos días, que su ataúd se había desplazado. Su familia eligió a Richard Aigner para la realización de la escultura art déco, coronada con abundantes detalles florales, que pretende guiar a Rufina hacia las puertas celestiales, dejando atrás sus terribles últimos momentos.
Fotografías: Tumba de Rufina Cambacérès, Cementerio de la Recoleta, Bs. As.
Poema publicado en la Antología Poética "Un poeta, tres poemas", Editorial 3+1 (2008)
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