PAN CON CICATRICES
Poesía de Raquel Graciela Fernández
viernes, 14 de noviembre de 2025
jueves, 13 de noviembre de 2025
NEVERLAND
NEVERLAND
Había una vez un lugar.
Una tierra que vestía medias sin elásticos,
lápices sin punta,
tazas de leche denostadas
en nombre del buen gusto
(la leche volcada impunemente
delante de los ojos miopes de la abuela).
Allí, húmeda como un lirio
que se agita en el río,
deletreaba la magia su canto de sirena
Había colas verdes,
simples como un anillo,
y melenas rubias, infinitamente vulgares,
como las de las enamoradas de todos los poemas
-los malos poemas-.
También la noche tenía
una melena larga y desordenada,
y cantaba,
con un presunto sol arrinconando
sus párpados rotundos.
Había salvajes bucaneros,
y era bello abrazarse a sus aros redondos,
sus loros malintencionados
y sus pañuelos cruzados de lunares,
mientras caían las hojas
en otros países donde, irremediablemente,
se instalaba el otoño.
Los piratas tenían buen olor:
olor a ron, a tabaco, a maldad de mentira
-en el fondo eran buenos,
en el fondo
se parecían al abuelo que llegaba
con los bolsillos llenos de caramelos-.
Había indios, también, y otros niñitos
que renegaban de los almanaques.
Yo no quería rouge
ni zapatos de tacos altos,
y no quería sopa.
Y no quería muertes acopiadas
sobre una memoria que estaba de estreno.
Yo quería volar
el cielo de los cerezos.
Visité ese lugar miles de veces:
mis papeles estaban en orden
y nadie podía negarme la entrada.
Y el niño,
el más niño de todos,
se hamacaba en mi risa huérfana de dientes.
Pero un mal día, no me dejaron entrar.
Mi cuerpo fue tomando
el rumbo del polen y las redes,
y desordenó mis papeles.
Mi cuerpo me traicionó,
y esa fue la primera
de sus muchas traiciones.
Había una vez un lugar.
Y había una vez un cocodrilo,
con un reloj verdugo
escondido en el vientre,
que casi siempre me pisaba los talones.
Y un día me alcanzó,
sin que yo me diera cuenta,
y me obligó a calzarme unos zapatos incómodos
a sacarle punta a mis lápices,
y a usar unas medias que me avergüenzan,
la mayoría de las veces,
aunque no tengan agujeros.
Arte: "Peter Pan & Wendy Flying", Mary Evans
Del poemario "Once Upon A Time" (2014)
martes, 11 de noviembre de 2025
PALABRAS DEL POETA CLAUDIO PORTIGLIA
CHICAS CORRECTAS
a Adriana
Nosotras,
las que sí crecimos con Videla;
cosiéndole y descosiéndole la boca a las muñecas
a la hora en que la abuela dormía la siesta;
las que fuimos mujeres maravilla, mujeres biónicas,
mujeres desnudas debajo de guardapolvos tableados,
mujeres húmedas, mujeres aburridas;
las que aprendimos a no pisar el césped,
a poner la basura en su lugar,
a cederle el asiento a las embarazadas y los ancianos,
a descender por la puerta trasera;
las que levantamos la mano cuando queríamos hablar,
cuando queríamos hacer pis,
cuando queríamos llorar a los gritos;
las que cosimos, bordamos,
abrimos algunas puertas y nos tragamos las llaves de otras;
las que acunamos bebés de Yoli Bell,
bebés de ilusión, bebés de verdad;
las que nunca tuvimos sexo con dos hombres a la vez,
o con tres o con cuatro;
las que jamás nos teñimos el pelo de rosa
ni cultivamos una plantita de cannabis en la terraza
queremos saber
en qué nos equivocamos.
en Pretty in pink / Acercándonos, Bs. As, 2016
..................
Toda subjetividad es opinable, puede ser objetable y aun enojosa. Pero somos sujetos y todos, en todos los ámbitos, estamos atravesados por la subjetividad, construimos patrones valorativos y escalas de preferencias.
No siempre los publicamos, aun cuando en esta época casi todo se exhibe. En materias como la política o el fútbol las subjetividades devienen muchas veces en fanatismo; y todo fanatismo es generador de conflictos, además de ser absurdo. En otras materias, las subjetividades generan reacciones más sordas, rechazos más velados, hipocresía o distanciamiento.
El de la poesía -el del arte en general, acaso- es un dominio particularmente sensible para procesar las subjetividades. El poeta, el artista son de común egocéntricos. Y cuando ese poeta o ese artista no están del todo convencidos en la búsqueda que llevan adelante y en los resultados de esa búsqueda, suelen volverse susceptibles. El que está convencido se manifiesta con humildad y persiste en lo suyo refractario a las críticas insidiosas; el que no lo está vive pendiente de la opinión del otro, no suele ser necesariamente humilde, puede reaccionar con ferocidad ante un comentario adverso o aun ante la indiferencia y puede ser tacaño para reconocer virtudes en los demás, aun cuando las virtudes exploten como en el poema que reproduzco.
Lo que diré en adelante corre exclusivamente por mi cuenta, es una pura y absoluta subjetividad -bien que nacida de la más objetiva de las lecturas- y creo tener argumentos suficientes para sostenerla.
Hoy cumple años Raquel Graciela Fernández; a mi entender, la mejor de las poetas argentinas vivas.
Y apoyo mi opinión en las siguientes cualidades:
-Se para en las antípodas de cualquier barroquismo.
-No sigue ninguna línea, no adscribe a ninguna escuela, cultiva un estilo natural y propio.
-Suena auténtica.
-Habla claro.
-Emociona como muy pocos elegidos saben hacerlo (busquen y lean en Facebook "La viejita de la otra cuadra") sin caer nunca en el golpe bajo, en el sentimentalismo.
-Su lenguaje fluye, armónico y limpio, sin que se perciba esfuerzo técnico para lograrlo y sin la menor estridencia.
-Huye de la metáfora fácil e innecesaria, de la palabra falsamente poética, de cualquier perturbación preciosista.
-Habla exclusivamente de lo que sabe.
-No persigue ningún reconocimiento, simplemente lo consigue.
Desde siempre son muchas las estéticas, muchas las movidas, muchas las tendencias, muchas las escuelas; todas, con sus fundamentos y sus razones que no viene al caso discutir. A mi entender, se trata de charlatanería.
La poesía de Raquel Graciela Fernández se parece únicamente a Raquel Graciela Fernández. Y no concibo mérito mayor si en ese parecerse a sí misma nos conmueve en lo más intimo y nos lleva al más alto goce estético.
Claudio Portiglia
LA NOCHE MIL DOS
Querido mío, se acabaron los cuentos.
Ahora me toca callar
y desvestirme.
Desdoblar este sexo que guardé prolijamente
en el cajón de la fábula
y ajustarlo prolijamente entre mis piernas.
Colgarme un par de pechos sublevados
y desafilar mi lengua.
Se acabaron las alfombras mágicas
y los ifrits
embotellados junto a mi deseo.
Se acabaron los cuentos, te digo.
Se vino el silencio.
El silencio.
Acomodo la vajilla sobre la mesa
de la noche mil dos
y no necesito ni una sola palabra para decir
Arte: "Scheherazade", Louis Icart
Del poemario "Once Upon A Time" (2014)
domingo, 9 de noviembre de 2025
LA NIÑITA Y EL MURO
“Como una niña de tiza rosada en un muro muy viejo súbitamente borrada por la lluvia”.
Alejandra Pizarnik
Súbitamente,
como la niña de tiza rosada,
fui borrada del muro.
La lluvia empapó mis ojos
y la dulce impertinencia de mi cuerpo
se deshizo en lágrimas.
No comprendí la intrascendencia de los gestos,
la levedad de las palabras,
y me aferré al muro con mis manecitas de tiza rosada,
pero todo fue en vano.
Había llegado la hora de ser borrada,
como una palabra vergonzosa,
como un cálculo errado.
Un muro muy viejo
y una niña de tiza rosada.
Y la lluvia.
Y nada más, ahora que recogí mi risa y mis caprichos,
mi olor concreto e inasible,
mis jadeos sublimes,
y decidí arrojarlos a la lluvia
para que también los borre.
Ahora que sé que los muros no abrazan,
que las niñitas de tiza se borran fácilmente,
que el amor es una ceremonia inútil
que no redime, ni salva, ni exorciza.
Ahora que sé que me espera el no ser,
el no subsistir siquiera
en el ropaje vetusto del recuerdo.
Ahora que lo sé
y que no me importa.
para que también los borre.
Ahora que sé que los muros no abrazan,
que las niñitas de tiza se borran fácilmente,
que el amor es una ceremonia inútil
que no redime, ni salva, ni exorciza.
Ahora que sé que me espera el no ser,
el no subsistir siquiera
en el ropaje vetusto del recuerdo.
Ahora que lo sé
y que no me importa.
Arte: Nicoletta Ceccoli
Del poemario "Once Upon A Time" (2014)
viernes, 7 de noviembre de 2025
LA BRUJA JOVEN
“El amor del odio es el más bello amor.” – Francis Picabia
Ella decía:
el amor del odio se aviva
en los verbos invisibles.
Hay una lentitud hierática
en la magia de los venenos.
Quizás coma alguien de tu hoguera.
Ella decía:
no importa como te llames
(¿Catalina? ¿Lucrecia?),
el amor del odio no sabe nombrar
a ninguna flor
pero las viste a todas de relámpagos.
Ella decía:
hay que saber usar a la muerte,
la muerte se deja usar
como cualquier mujer
cuando el amor del odio
la empala dulcemente.
Ella decía:
el patíbulo es la carne huidiza,
la mendicidad de los anillos.
Extingamos para siempre al paraíso
porque los cementerios
son encantadores.
La bruja joven era poeta,
por eso mataba sin culpa.
Ella decía:
el beso es un parásito,
reír es espléndido,
las mariposas están fuera de toda discusión,
la luna es una mentira necesaria.
miércoles, 5 de noviembre de 2025
LA DAMA INGLESA
LA DAMA INGLESA
I
Del pasado viene.
La que fue.
Entonces sus ojos adoptan
el ritmo de la lluvia.
Entonces la lluvia
hunde su mano en el silencio.
II
Arrastra un cuerpo.
Porque su destino
es el largo destino de arrastrar un cuerpo.
El suyo.
III
Le toca a su soledad
recoger el arroz
que ungió a la novia muerta.
E inmolarse al pasado de toda ceremonia.
Para vivir en un sueño.
IV
Un epítome de mariposas.
Un nudo de recordaciones.
La faringe viva.
Es el verano, piensa ella.
Y cubre la desnudez del día
con su obstinada sábana de virgen.
V
El rostro que no es,
embellecido por la palabra nunca.
La máscara.
El disfraz para hoy.
El rostro que es, roto.
VI
Legible en la ruta de sus lágrimas,
la vocación de maga rebatida.
Sola ordena y desordena
los nombres de las cosas.
Y el fuego nunca llega.
VII
El filo de las horas.
Cortando la garganta de los campanarios.
Ella es la herida, muda.
Todas sus voces han sido domesticadas.
VIII
Del pasado viene.
La que fue.
Entonces sus pies adoptan
el ritmo de la lluvia.
Entonces la lluvia se astilla
en veinte dedos blancos
que no aciertan el camino.
IX
El agua se sacude.
El jardín se desarma.
Un pájaro sangra en la orilla del viento.
Porque todo se va.
X
Se muere hacia adentro.
Como los animales ateridos.
Como los gestos clavados en el suelo.
Es así como se cumplen
las leyes del olvido.
Del poemario "Once Upon A Time" (2014)
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