GIRL IN BLUE
Me pregunto cómo te llamarías.
¿Anne, Susan, Betty?
Me pregunto por qué vestías de azul,
por qué tus zapatos eran azules,
si el azul era tu color favorito
o sólo una casualidad
en tu choque con la muerte.
(Diez años después
de tu mutis por el foro
Humphrey Bogart e Ingrid Bergman
-Rick e Ilsa-
se encontraron en una París invadida:
los alemanes vestían de gris
y ella, de azul,
como vos,
pero no vas a saberlo nunca.
Jamás vas a llorar en el cine
estrujando un pañuelito barato.
Ningún muchacho de pueblo
va a aprovechar tus lágrimas
para tocarte las piernas).
Me pregunto si él tren fue hacia vos
o si vos fuiste hacia
el tren.
¿Accidente, suicidio, un poco de cada cosa?
(Los accidentes no existen:
cuando un tren te golpea
deseás el final,
aunque no lo sepas.
No es el tren: sos vos.
Vos,
cadáver antes de
calzarte
los zapatitos azules).
Me pregunto por qué una chica vestida de azul
con 90 centavos y un billete de ferrocarril en el bolsillo,
una chica muerta en vísperas de Navidad
hace tantos años,
me toca el hombro hoy y me susurra,
con la voz más triste del mundo,
el abecedario de los pájaros.
Ubicada en las parcelas
traseras del Willoughby Cemetery
(Ohio, EE UU), debajo del único árbol de moras que hay en el lugar, se encuentra
la tumba de la chica de azul. Su
historia es una de las más trágicas y conocidas de Willoughby.
El misterio se remonta al
año 1933 cuando, dos días antes de Navidad, una mujer hermosa y joven entró en
la pensión de la señorita María Judd durante las horas tempranas de la mañana y
alquiló una habitación. Al día siguiente, también por la mañana, la muchacha se
retiró del establecimiento sin dejar su nombre. Llevaba puesto un vestido de
lanilla azul y zapatos del
mismo color. Antes de salir, consultó a los dueños de la pensión acerca de los
horarios de los Servicios de la Iglesia local.
De acuerdo con los informes
de los vecinos de Willoughby, la joven se
dirigió hacia el paso a nivel de Second
Street. Mientras caminaba, deseaba a los transeúntes una feliz Navidad, mirándolos
con sus profundos ojos azules y sin perder la sonrisa. Cuando llegó al paso a
nivel, soltó las pequeñas valijas que llevaba y se arrojó frente a un tren en
movimiento.
Las autoridades de Willoughby
se esforzaron por identificar el cadáver. Nadie sabía quién era la misteriosa muchacha
y lo único que se encontró en sus bolsillos fueron 90 centavos y un boleto de
tren hacia Corry, Pennsylvania. Su cuerpo
fue llevado a la antigua funeraria de Jim McMahon, donde se exhibió durante dos semanas. Más de
3.000 residentes visitaron a la chica de azul para presentar sus respetos y ver si podían reconocerla, cosa que resultó imposible.
Los
ciudadanos de Willoughby, conmovidos por el trágico suceso, adoptaron a
la chica de azul como propia y se
encargaron de su funeral e inhumación, realizada en una parcela del cementerio local donada por uno
de ellos. Los gastos se solventaron con una colecta en la que colaboró todo el
pueblo. El misterio de la chica de azul quedó enterrado debajo de una lápida
con la siguiente inscripción:
IN MEMORY
OF THE
GIRL IN BLUE
KILLED BY TRAIN
DECEMBER 24, 1933
“UNKNOWN
BUT NOT FORGOTTEN”
(EN MEMORIA
DE LA
CHICA DE AZUL
ASESINADA POR EL TREN
DICIEMBRE 24, 1933
“DESCONOCIDA
PERO NO OLVIDADA”)
Sesenta años después de su fallecimiento, en 1993, la
chica de azul fue identificada por Ed
Sekerak, de Corry, como Josephine "Sophie" Klimczak, nativa de
Pennsylvania. Se colocó en su tumba una pequeña lápida adicional con su nombre.
A pesar de ello, sigue siendo conocida como la chica
de azul. Los visitantes del Willoughby
Cemetery suelen dejar monedas en su tumba, destinadas a comprar coronas y
flores.