EL POEMA DE MARINA
“¿Cómo te va junto a una simple mujer?
¿Sin divinidad alguna?”
Marina Tsvietáieva
Cuando me dejaste
yo me aferré al poema de Marina.
Lloré el poema de Marina.
Sangré el poema de Marina.
Lo repetí como repito el Padrenuestro
(un pase de magia blanca en el que no creo demasiado).
“Padrenuestro que estás en los cielos…
(¿cómo es abrazar la tierra firme
después de haber temblado a merced de una isla ?)
…santificado sea Tu nombre…
(¿cómo es nadar en una boca
que nunca te recitó una endecha de Alejandra?)
…venga a nosotros Tu Reino…
(¿cómo es tocar una garganta
que no comulga con sextos sentidos,
penetrar una vagina sin alas,
comer de un cuerpo que no levita,
no se escalda,
no florece ?)
Nunca me creí del todo el poema de Marina.
(Ella era la Reina y yo
apenas un aroma que no cicatrizaba).
El poema me mentía y, a pesar de todo,
lo usé en defensa propia.
Pero hoy,
hoy que la vi,
vulgar como esos gatos chinos de la buena suerte,
estridentes, dorados, estúpidos,
incómodos en cualquier lugar de la casa
(“¿Dónde pongo este gato?
¿Dónde pongo este puto gato que me regaló alguien que me odia?"),
comprendí que el poema te cae
como anillo al dedo.
Te desposo con el poema de Marina,
en la salud y en la enfermedad,
en la pobreza y en la riqueza.
Sangralo.
Sangralo como lo sangré yo.
Y creételo todo.
Porque Marina era una Baba Yagá,
una bruja rusa,
y cuando hablaba de ella hablaba de mí
(quizás porque todas las poetas somos una
y todos los hombres que se enamoran de las poetas
se asemejan un poco:
se cansan del dolor,
se agencian la ilusión de un lugar sin desgarros,
se suicidan pacíficamente entre las piernas
de una mujer que va los martes a la peluquería).
El poema de Marina se llama “Tentativa de celos”.
Leelo.
(Pero no te confundas, querido:
esto es una tentativa de parecerme a la Tsvietáieva;
de celos, nada).
Del poemario "Pretty in pink" (2016)