ESE
ROSTRO
“A este rostro falaz que burla su modelo
en la leyenda,
a estos ojos innobles que miden la ventaja de haber volcado a ciegas tu
destino,
a estas manos mezquinas que apuestan a pura tierra su ganancia,
consagraste los años del pesar y de la espera.” - Olga Orozco
Colgado en la ventana, con
su ladrido blanco de relámpago,
con su quemadura de días imperfectos orillando el recuerdo,
está el rostro del hombre que amé.
Es una mancha borrosa, un bosquejo de escarcha.
El rostro de ese hombre me sentencia
con el silencio espeso que cabalga su lengua.
Debajo de mi cama, con su huella de adiós en carne viva,
con su sangría de ausencias repetidas serpenteando el
destierro,
está el rostro del hombre que amé.
Es un retal de polvo, una verdad incómoda que callo.
El rostro de ese hombre me
incrimina
con el gesto sombrío que le parte la boca.
En todas partes está el rostro de ese hombre.
De norte a sur las golondrinas lo divulgan en su afán
migratorio.
Y los lobos lo aúllan en el monte, en el vértice robusto del
invierno,
debajo de mi falda.
Es vísperas de Dios hace mil años, pero Dios nunca llega.
Sólo llega ese rostro con su impronta ominosa de bestia a la
intemperie
y me divorcia del cielo prometido.
(Cansada de escucharme gemir la noche desbarata
mi grito
con un bozal de estrellas).