sábado, 14 de septiembre de 2024
jueves, 12 de septiembre de 2024
POSTAL DE NAVIDAD
POSTAL DE NAVIDAD
Él te decía que no,
que no,
que no.
Que no te iba a lastimar.
Te lo decía con sonrisa de Lobo Feroz.
Con una 9 milímetros en la mano.
Y vos le creías.
Le creías y lo amabas.
Amarlo era tan pagano,
tan inexplicable,
tan ferozmente idiota
como ponerse una bombachita rosa
para esperar la Navidad.
Jesús renace cada diciembre
para que vos puedas ponerte esa estúpida bombacha
y pienses en él,
y lo imagines haciendo el amor con la piba de la foto,
los dos envueltos en guirnaldas tan cegadoramente doradas
como un infame gato chino de la suerte
(quizás por eso vos no tenés suerte,
porque odiás al gato,
aborrecés al gato,
matarías al gato si fuera algo más que una ridícula pieza de plástico:
ese gato es tan ella,
tan estridentemente ella,
y vos sos una muñequita de porcelana Hummel,
un bibelot demodé,
una cosita tan frágil que da pena).
Él te decía que no,
que no,
que no.
Que no te iba a lastimar.
Te lo decía con sonrisa de Barba Azul.
Con una navaja en la mano.
Y vos le creías.
Le creías y lo amabas.
Ahora decís que no lo amás
pero tenés puesta una bombachita rosa desconsolada
y te encerrás a llorar en el baño después del brindis
(y cuando te preguntan le echás la culpa al champagne por los ojos rojos,
por la sonrisa que se te cae de la boca,
por el deseo irreprimible de envenenar a un gato).
Del poemario "Pretty in pink" (2016)
martes, 10 de septiembre de 2024
HAPPY CHRISTMAS
HAPPY CHRISTMAS
“Ev'rybody had a hard year.
Ev'rybody had a good time.
Ev'rybody had a wet dream.
Ev'rybody saw the sunshine.
Oh, yeah. Oh, yeah. Oh, yeah.
Ev'rybody had a good year.
Ev'rybody let their hair down.
Ev'rybody pulled their socks up.
Ev'rybody put their foot down.
Ev'rybody had a good time.
Ev'rybody had a wet dream.
Ev'rybody saw the sunshine.
Oh, yeah. Oh, yeah. Oh, yeah.
Ev'rybody had a good year.
Ev'rybody let their hair down.
Ev'rybody pulled their socks up.
Ev'rybody put their foot down.
Oh, yeah. Oh, yeah. Oh, yeah.”
Lennon – McCartney, “I've got a feeling”
De pronto y sin saber
cómo aconteció
semejante calamidad,
estás debajo/ sobre
una pila foránea de hojas de muérdago
tratando de conciliar un verano abrasador
con la idílica postal nevada
que te vendieron los que venden
ilusiones “made in USA”.
Tuviste un año bueno,
tuviste un año malo,
tuviste más años de los que jamás hubieras querido tener
y sos tu madre en el retrato
de la mesa servida,
saciando un ejército de bocas
que jamás dijeron
lo que querías escuchar.
Tuviste tus sueños húmedos,
pero ahora sos tu madre
y el sexo apretado se desperdicia
debajo de tu vestido nuevo.
Se acortaron los sueños
y se alargaron las polleras.
Alguien pide más vitel toné
y vos te preguntás
si de verdad brilló el sol alguna vez,
mientras la noche festiva/ fétida
te cuelga una máscara insulsa
que quizás disuelva la quinta copa de champagne.
O quizás no.
Deberías haberte dejado el pelo largo,
la vida larga,
para seguir siendo la hija de tu madre
y no ser ella
dormida/ despierta
sobre las ruinas del mantel.
En tu puta vida viste un reno
y puede que no lo veas nunca.
No creés en Dios
ni en los viejitos barbados que no fuman
y no extienden la mano
reclamando la limosna del recuerdo.
Pero la ceremonia se repite
diciembre a diciembre,
porque sos tu madre,
tan buena como ella,
tan sola como ella,
con los pies enredados en las guirnaldas
de un estúpido árbol que enciende/ apaga
sus luciérnagas famélicas
“made in Taiwan”
(porque todo es “made in otro lugar”
en este lugar donde estás/ no estás
y en esta hora de rituales baldíos).
El año que viene, no.
El año que viene va a ser distinto.
El año que viene vas a arrastrar tu osamenta
hasta una playa minúscula
donde nadie te quiera vender
el invierno y la alegría.
Y vas a ser vos, mientras tu madre
vegeta en los cajones de la memoria.
Y si se trata de vivir, vas a vivir.
Y si se trata de morir, vas a morir.
Tu propia vida, tu propia muerte.
Lejos del vitel toné y los manteles tribales.
Estrenando colmillos,
estrenado latidos.
Y sin números rojos que delaten
que alguien
-vos, él, ella-
todavía te está debiendo algo.
Arte: Ramon Martinez
Del poemario "Pretty in pink" (2016)
domingo, 8 de septiembre de 2024
POR QUÉ LAS MUJERES COMO YO NO PODEMOS TENER AMANTES
POR QUÉ LAS MUJERES COMO YO NO PODEMOS TENER AMANTES
Hay mujeres que pueden tener amantes:
son aquellas que cuando terminan de sudar tres pisos en ascensor,
o cuatro pisos en escalera,
o dos horas en una cama anónima
tendida indolentemente por una chica de uniforme rosa
y ojos tristes,
doblan a esos amantes prolijamente
y los guardan en sus carteras
junto a los cosméticos, las llaves y el carnet de la obra social,
y no vuelven a sacarlos hasta el próximo encuentro.
Nada de confesiones desesperadas a las amigas,
llamados telefónicos culposos a las tres de la mañana
ni poemas de Girondo
(mi lu mi lubidulia mi golocidalove,
por favor, ¿qué idioma diabólico es ése?).
Hay mujeres (las mujeres como yo)
que no, que no podemos tener amantes.
También los doblamos prolijamente
y los guardamos en nuestras carteras
después de hacer el amor,
pero los sacamos a cada rato:
para empolvarnos la nariz,
para secarnos las lágrimas cada vez que vemos una película de amantes,
para saber qué hora es
o para revisarlos por si tienen algún mensaje
(qué divina vos con esa tanguita,
y yo que siempre fui la distante melancolía de una máscara veneciana
me siento la reina del papel picado
y juro que la próxima vez me aceito toda
como la garota de una Escola de Samba).
Las mujeres como yo no podemos tener amantes
porque nunca aprendimos a hacer diferencias
entre amante/amado/amador/amadísimo.
Tenemos siempre el corazón dos pasos adelante
y la cabeza veinticinco pasos atrás.
Y un ruido rojo de sangre y medias rotas
nos apuntala el insomnio cada noche.
Lloramos, sí, lloramos.
Escribimos poemas.
Tenemos pájaros para nombrar el horizonte,
pájaros para nombrar la ausencia,
pájaros para lavarnos el cuerpo
cuando volvemos a nuestra isla de pan y manteca,
porque el agua y el jabón no alcanzan
para quitarnos el olor a amor que nos embebe la piel.
Nos preguntamos por qué tiene los ojos tan tristes
la chica de uniforme rosa.
Hay mujeres que pueden tener amantes:
son aquellas que no tienen un ángel invariable
velando el reposo del pubis
y son enormes, insólitas, eternas como el fuego,
cuando el ángel levanta la cabeza y extiende las alas.
Las mujeres como yo no podemos.
Nos tenemos que conformar con leer a Girondo
(mi pulpa lu de vértigo de galaxias de semen de misterio),
masajearnos el cerebro con un buen chocolate
y suspirar cada vez que Leonardo DiCaprio
viernes, 6 de septiembre de 2024
ROSA DIOR
ROSA DIOR
Él va del brazo de una mujer vestida de negro.
Se arrancó una a una mis flechas.
En su pecho no hay
salpicaduras de sangre.
Supo con qué pie iniciar el retiro.
Yo saboreo un jardín de hielo
como una reina muerta.
Él y la mujer vestida de blanco,
la mujer con castillitos de cristal en las manos
y gemidos empolvados con azúcar,
vomitan su alegría insoportable
sobre mi boca vacía de pájaros.
Su coartada es el amor
-eso dicen-.
¿Dónde pongo mis sueños?
Él se afana en las aldabas húmedas
de una mujer vestida de rojo.
No recuerda haberme olvidado.
Crece en otras pupilas
como una selva de aguavivas dulces.
Danza en otro cuerpo
como si yo nunca hubiera sucedido.
Él y la mujer vestida de azul,
la mujer con mariposas hambrientas en los muslos
y burbujas de verano en los párpados,
debaten sus cuerpos sudorosos
en las pestañas de mi insomnio.
Su excusa es el deseo
-eso dicen-.
¿Dónde pongo mis lágrimas?
Tantas mujeres vestidas,
desvestidas,
tantas mujeres negras, blancas, rojas,
azules como ciruelas, como peces,
haciéndose y rehaciéndose entre sus piernas,
ordenando la mesa de su cuerpo,
disponiendo su ombligo, su pubis, sus caderas
sus brazos, que me gustaban tanto.
Tantas mujeres menos yo,
tan rosa Dior,
tan rosa chicle,
tan rosa nada.
tan rosa nada.
Arte: Davis Owen
De "Pretty in pink" (2016)
miércoles, 4 de septiembre de 2024
POR QUÉ DEBERÍAS Y NO DEBERÍAS ENAMORARTE DE MÍ
POR QUÉ DEBERÍAS Y NO DEBERÍAS ENAMORARTE DE MÍ
Deberías enamorarte de mí
porque tengo un lunar en la mejilla izquierda
igualito al de Elizabeth Taylor.
Porque hago el lemon pie más fabuloso del mundo.
Porque los perros me lamen las manos,
y las mariposas se enredan en mi pelo,
y hasta los pájaros dejan que les toque las alas,
algunas veces.
Porque recuerdo cómo es tener ocho años.
Deberías enamorarte de mí
porque recito de memoria y en francés “Déjeuner du matin”
de Jacques Prévert.
Porque escribo poemas.
Porque después de hacer el amor
mi sexo se queda entre las sábanas,
respirando acompasadamente como un animal dormido
y acariciarlo es acariciar el lomo del verano,
caliente y maravilloso.
Porque puedo dormir de cualquier lado de la cama.
Porque jamás olvido el cumpleaños de nadie.
Deberías enamorarte de mí porque no creo en Dios,
pero creo, pero no.
Porque cada noche repito con desazón
Padrenuestros de humo.
Porque perdono todas las ofensas
y caigo en la tentación de cuando en cuando.
Porque vi “The Big Fish” cientos de veces
y todavía sigo llorando al final.
Porque me gustan las flores.
Deberías enamorarte de mí
porque llamo corazón a todo el mundo,
incluso a la cajera del supermercado chino
que siempre está malhumorada
y no me contesta el saludo.
Porque casi nunca levanto la voz
y casi nunca me quejo.
Porque confío hasta en los ladrones de banco.
Porque no sé coser ni bordar pero abro todas las puertas
con una inocencia feroz,
como si abriera cartas de amor o regalos de Navidad.
No deberías enamorarte de mí
porque le tengo fobia a los transportes públicos.
Porque gasto fortunas en perfume
y jamás pierdo al scrabble.
Porque no voy a entender “Terminator”
aunque me la expliques una y otra vez.
Y porque, además,
lunes, 2 de septiembre de 2024
EN MÍ, A PESAR DE MÍ
EN MÍ, A PESAR DE MÍ
La devota costumbre de estirar la mano y tocarte,
la piadosa rutina de extender las alas
para cruzar el viento con tus ojos,
la dulce usanza de repetirte
en cada gesto
(esos gestos domésticos que te son extraños,
porque nunca me viste extendiendo
la promesa de un mantel,
ni repartiendo platos,
ni sirviendo una copa de vino)
son las que te mantienen en mí,
a pesar de mí.
También la manía de escribir poemas, claro.
Poemas malos, casi siempre,
poemas en los que le busco respuestas a tu sudor,
a tu saliva,
a las llagas que bifurcaron el camino:
vos allá,
haciendo no sé qué estúpida cosa
(¿barriendo mis restos debajo de la alfombra
porque a pesar de todo te apena
tirarlos a la basura?);
yo acá, escuchando a David Bowie
y convenciéndome de que estoy contenta.
y convenciéndome de que estoy contenta.
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