sábado, 30 de agosto de 2025

ROMY SCHNEIDER ESCRIBE UNA CARTA PARA SU HIJO MUERTO


 ROMY SCHNEIDER ESCRIBE UNA CARTA PARA SU HIJO MUERTO



París, 29 de mayo 1982.

Romy recuerda.

Recuerda la sentencia de su padre

antes de abandonarla:

“Tenés cara de rata, pero sos fotogénica”.

Recuerda los años de la guerra,

su infancia vulnerada posando junto a Hitler

de la mano de una madre saturnina

que la concibió como un bocado de lujo.

Recuerda sus años de emperatriz risueña

y un poquito cursi,

un trompo iridiscente girando

en una corte de cartón pintado.

Recuerda la cama de Delon y dos ramos de rosas:

uno para enamorarla,

puppelé, puppelé,

otro para decirle adiós.

Pero sobre todo recuerda a David

y su útero es una prenda fina mal lavada

que se encoge, se aja.



Como cada noche

desde hace casi un año

Romy Scheineder escribe una carta para su hijo muerto.

La escribe con sangre, con alcohol,

con pastillitas de colores que remedan

un lejano tiempo de confites.

Le habla de la marca gris que dejó su risa,

esa pintura descolgada a destiempo,

en todas las paredes de la casa.

De las virutas de frío que se cuelan entre sus huesos

a pesar de la obstinación de la primavera.

Romy mira las fotos de su hijo,

le camina la boca con sus lágrimas,

y la memoria la arranca de su  silla Luis XV

como a una flor de alambre

y la arroja a un hervidero de chatarra,

de cosas oxidadas.



Como cada noche

desde hace casi un año

Romy Scheineder escribe una carta para su hijo muerto,

poupette, poupette.

Después cierra los ojos

con un cansancio hambriento que no tiene retorno

y se queda dormida.





Fotografía: "Romy Schneider", 2Kyff

 Del poemario "Enaguas de encaje rotas" (2019)

jueves, 28 de agosto de 2025

NATALIE WOOD LE TENÍA MIEDO AL AGUA


NATALIE WOOD LE TENÍA MIEDO AL AGUA

Antes de que Natalia naciera
una bruja le dijo a su madre
que iba a ser una gran estrella
pero que debería tener cuidado con las aguas oscuras.
María,
mujer  estepa,
rusa y dura, arma blanca,
licor blanco, trueno,
se empecinó en parir una estrella
y en mantener sus pies secos,
su corazón seco.

Antes de que Natalia fuera Natalie
(cuando era la pequeña Natasha
y su sonrisa era un ciervo tibio pastando
en el bosque virgen de la boca)
su madre la sentó en las rodillas de un director de cine
y la obligó a cantar.
Natalia cantó y cantó,
sin dejar de sonreír,
y cuando tuvo que llorar
María le arrancó las alas a una mariposa
y le mostró la muerte.

Antes de que Natalie fuera una estrella
una bestia le rompió el sueño del amor entre las piernas.
María no la dejó gritar.
La obligó a seguir cantando.
Pero cuando tuvo que llorar
Natalia no necesitó mariposas mutiladas:
pensó en su cuerpo partido por un rayo de baba,
en su monte de Venus talado por el miedo.

Antes de que Natalie fuera otro bonito cadáver de Hollywood
fue una estrella empapada en champagne
bailando con peces de sombra
en la cubierta de un yate lujoso.
Había discutido con su marido, dicen.
Había desobedecido a María y había gritado.

Natalie Wood le tenía miedo al agua.
Nunca aprendió a nadar.
Se ahogó en 1981, borracha y sola.

Aguas oscuras, vaticinó la bruja.
La madre, las lágrimas, el océano.



Arte: "Natalie", Nicholas Reddyhoff
Del poemario "Enaguas de encaje rotas" (2019) 

martes, 26 de agosto de 2025

EL AMOR HA QUEDADO ATRÁS, MURIÓ EN UN PORSCHE


 EL AMOR HA QUEDADO ATRÁS, MURIÓ EN UN PORSCHE


Caminaban por la playa tomados de la mano,

susurrándose ángeles al oído,
con la certeza de que iban a estar juntos para siempre.
Él era un rebelde con causa,
atormentado por su orfandad prematura,
cargando sobre su espalda rubia
el peso de la vileza con la que un pastor cuáquero
le había arrancado la infancia del cuerpo.
Ella, una chica italiana y religiosa,
que soñaba con ser una de estrella de Hollywood.
James Dean nunca sonreía y tenía modales bruscos.
Pier Angeli se enamoró de su sonrisa
y se hundió en su boca hasta encontrar
la  raíz de la ternura.

Pero la madre de Pier, católica y feroz,
se opuso al romance.
La chica italiana, enferma de familia,
de usos y costumbres,
de Cerdeña y de Espíritu Santo,
fue obediente y se casó con otro.
El día de la boda llovió
James Dean  lloró en la puerta de la iglesia,
mojado y solo.
Diez meses después se mató en un accidente.
El matrimonio de Pier duró, apenas,
cuatro agónicos años.

La chica italiana no quiso llegar a los 40.
A los 39,
casi el espectro de una flor,
con pocas perdices en su haber
y la soledad como un cilicio
con el que se castigaba cada noche,
eligió el final.
“El amor ha quedado atrás, murió en un Porsche",
escribió justificando
su orgía de pastillas,
su insulto a la  madre y al Espíritu Santo,
su soltarle la mano a la vida.

Su decidir, por fin,
de qué lado de la cama quería dormir
y con quién.


Arte: "For your Eyes Only, Pier Angeli", Marian Williams
Del poemario "Enaguas de encaje rotas" (2019)  

domingo, 24 de agosto de 2025

LOS ZAPATOS DE JUDY GARLAND


LOS ZAPATOS DE JUDY GARLAND 



Toto, me parece que ya no estamos en Kansas.


Estamos en un lugar donde soy un piano a la deriva,

una flauta con los huesos apolillados.

Tengo los ojos hinchados,

el maquillaje corrido.

los sesos esparcidos por las paredes.

Mis hombres están quietos

como conejos muertos.

Mis hijos son crisantemos 

que se marchitan cuando los miro.

Una lluvia de whisky y vidrios

me moja los pies.

Estoy descalza.

¿Dónde están mis zapatos?


Toto, de día soy la pequeña jorobada

a la que le tocaban las piernas.

De noche

salgo a cazar enanos borrachos

con una red de mariposas.

Nunca fui la más linda de la MGM.

Nunca fui Lana Turner.

Me corté el cuello con una navaja de afeitar

pero alguien tiró de mi vestido celeste

empapado de mocos y lágrimas

y  me trajo de vuelta a la vida.

A este lugar.

Que no es Kansas, Toto.

Es un túnel sucio

donde las placas tectónicas  del alma colisionan

y las venas se derrumban

como edificios picados de viruela.

Trato de recordar aquella canción

pero las pastillas son pajaritos mudos,

coágulos de silencio en la memoria.

En la garganta tengo un arcoíris seco,

un do re mi de púas en el corazón.

Estoy cansada.

Estoy descalza.


Toto,  me parece que ya son demasiadas pastillas.

Peno no sé.

¿Dónde están mis zapatos rojos?


Quiero volver a casa.







Arte:  "Judy Garland", Andy Warhol 

Del poemario "Enaguas de encaje rotas" (2019)