miércoles, 19 de julio de 2017

EL AUTO DE JAMES DEAN



EL AUTO DE JAMES DEAN


No se puede confiar en un animal así.

Un animal arisco

que vomita hierros rojos

en los bordes de la tarde.

Un animal así no va a detenerse:

huele viento y redobla

su apuesta de campanas  infecciosas,

huele asfalto

y te rompe el cuello

crac

como a una ramita seca.



No se puede confiar en un animal así.

Un animal daltónico

que confunde huesos con panes

y te mastica y remastica,

 chicle rosado y barato,

y te escupe

cuando se te gasta la primavera en las venas.



Dios se lava las manos con un jaboncito de hotel,

aprieta los botones de un joystick,

hace cualquier cosa estúpida mientras el animal corre,

rebuzna sangre,

te lo dije,

no se puede confiar en un animal así.



En algún lugar una mujer

carga en sus bolsillos

un puñado de aspirinas rancias.

Sus zapatillas blancas son gatos 

que ronronean satisfechos.

Junta orina con una cucharita

y ni siquiera mira tu hermosa cara

porque sabe

que todos los cadáveres son iguales.

Quizás esta noche vaya el cine

y la película ablande

su duro caparazón de jeringas.

Y llore un poco,

un poco, nada más,

como para saber que está viva.



No se puede confiar en un animal así.

Un animal así va a morderte.

Siempre.



Estoy hablando de la muerte,

por supuesto.




Arte: "James Dean - Young Rebel", Kurt Ringler


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