viernes, 26 de febrero de 2016

TRISTEZA


TRISTEZA



A veces me meto en tu boca

como un aullido.

A veces me arrodillo en tu piel

como una ortiga,

como una mala hierba

que te corta las manos.

Intento explicarte qué es la pena.

Cómo lava los días.



Mi pena de hoy muerde los puños

como las fosas húmedas.

Es el trueno de los huesos que progresan

hasta la punta de la noche.

Mi pena de hoy lleva impregnada

la catadura de la ausencia.



A veces quiero decirte cómo duele

saber crecidos de raíces agrias

los ojos que me amaron.

Haber perdido el rumbo de las rosas,

estar expuesta a todas las espinas.

Mi pena de hoy aguarda en vano

la resurrección de la tierra.

Gime como los vidrios.

Tiembla y no puede llegar a la palabra.

Es una lágrima girando en rebeldía.



A veces quiero acercarme,

clavar mis lanzas

en todos tus caminos.

Pero en tu carne me desnudo como una extraña,

como una mujer rota en los muelles.

Mi pena de hoy es nuestro abismo.



Esto es la tristeza, querido.



¿Dónde está la piedad?




Arte: Michele Lynch


martes, 23 de febrero de 2016

ADICTA


ADICTA
 
La gente hambrienta hace malas compras.



¿Sabés que hice durante todo este tiempo?
 
Meterme en la nariz
 
la saliva de tus besos,
 
inyectarme tu semen
 
y bailar, bailar, bailar,
 
-con los ojos como platos injertados en la nada-
 
como la estúpida muñequita
 
de una caja de música
 
a la que le dieron demasiada cuerda.
 
Bailar para no ver la angustia,
 
ni el vacío,
 
ni la cinta velada de mi alma tiesa.
 
Suplicarte que me hieras
 
-a vos, que decías que ibas a comerte mi dolor-
 
para que las lesiones nuevas
 
disimulen las antiguas llagas,
 
las que tienen mil años y sangran
 
porque no supe restañarlas a tiempo.

 


Tanta cuchillería
 
en la punta de la lengua,

tantas píldoras tragadas como golosinas letales,
 
tanto amorodioverdadmentira,
 
tanto crimen impune,
 
para morir y no morir,
 
para morir de a poco en el espanto del vómito,
 
para morirme menos
 
o más,
 
no sé.

 
 
No debiste creerme cuando dije que te amaba:
 
fuiste sólo una sustancia más,
 
un atajo en el torpe camino
 
hacia mi anhelado no ser.



  
Cold Turkey, cantaba Lennon.
 
Siempre pensé que vos sabías más de eso que yo.
 
Pero acá estoy,
 
cenándome mi propio pavo frío,
 
en medio de una orgía de náuseas y temblores,
 
abrazándome a un espejo que me muestra
 
a la mujer que soy
 

después de tus embates.

Una adicta en recuperación.

  

Para siempre.



Arte: "No coco here", Philippe Shangti


viernes, 19 de febrero de 2016

HERENCIA (SI LA MGM MUERE, ¿QUIÉN SE QUEDARÁ CON EL LEÓN?)


HERENCIA (SI LA  MGM MUERE, ¿QUIÉN SE QUEDARÁ CON EL LEÓN?)


Vamos a despedazarte,
aún antes de darte por muerta.
Vamos a cortarte en trozos pequeñitos
como si fueras una hoja de papel
donde hace muchos años se escribió una historia
de zapatitos de charol, soquetes primorosos,
muñecas que daban un poco de miedo,
porcelanas frías que acunabas
cumpliendo el atávico mandato de ser madre,
madrecita.
Para eso eras mujer,
para eso ibas a sangrar por dentro y por fuera,
y te ibas a avergonzar,
y te ibas a doler en los filosos rumores
de todos los cristales rotos.
Una historia en la que flotaste como una nube de algodón de azúcar
hasta que esa sangre te inventó un cuerpo.



Él se va a quedar con tus ojos
(y con todos los puertos que se apostaron en ellos,
todos los golpes de agua,
y esos barcos que nunca fueron a ninguna parte
asilados para siempre
en la línea candorosa de tus pestañas).
Ella se va a quedar con tus manos
(y con todos sus trajines milagrosos,
dedos como lenguas dulces lavando
las cabezas diminutas de tus  recién paridos,
dedos multiplicándose como animales de luz).


Yo me voy a quedar con tus pequeños pies
de bailarina que no fue
(también con tu voz contándome
aquel cuento de las zapatillas rojas,
aunque fue hace tantos años que eso sucedió que ahora no sé
si me lo contaste con la voz o me lo contaste con los pies).



Los chicos se van a quedar con tu regazo,
al que treparon cientos de veces
cuando el miedo fue viejo de la bolsa,
fantasma Benito, bruja de acá a la vuelta,
lobo feroz, enfermera con jeringa en mano.


“Si la MGM  muere, ¿quién se quedará con el león?”
Es un cuento de Bradbury que leí ayer
y aunque no tiene nada que ver con esto que nos pasa
me hizo pensar tanto en nosotros.
En nosotros cuando estés muerta de verdad
y él quiera quedarse con tus sillas Luis XV
(pero yo también las quiera),
y ella quiera quedarse con tu precioso baiu
(pero él también lo quiera),
y yo quiera quedarme con tu vajilla de porcelana francesa,
(pero ella también la quiera)
y seamos nosotros los que nos despedacemos
y nos cortemos en trozos pequeñitos,
mientras los chicos,
(los que se quedaron con tu regazo y nada más),
husmean en tus cajones.



Arte: "Life and Death", Gustav Klimt



martes, 16 de febrero de 2016

COMO LA LUNA NUEVA


COMO LA LUNA NUEVA


Como la luna nueva

estabas y no.

Un nudo de gatos empapaba de sexo

el paladar oscuro de la noche.

Yo degustaba tu nombre,

me persignaba ante el Dios de los sudores,

me lavaba los ojos

con un emporio de agujas verticales.



Como la luna nueva

estabas y no.

Te prometías detrás de los silencios

como una rosa recién amanecida.

Te prometías:

un conjuro de almanaques y futuro,

un mohín empolvado

con brillos venideros.



Como la luna nueva

estabas y no.

Debajo de la enagua de la ausencia

tu luz

extendía sus piernas,

devoraba puntillas,

crucificaba con clavos de raso

la aguda humedad de mi deseo.




Arte: "The Night Dress"René Magritte

Poema publicado en la Revista Gealittera Nº 18


viernes, 12 de febrero de 2016

HOMBRE MÍO


HOMBRE MÍO 

"Creer es desear tu sexo y darle de comer a una paloma." - Carilda Oliver



Incendio tu piel erguida 

en olas de exquisita levadura. 

Mi boca acopla 

con hilos sugestivos 

mordiscos y salivas, 

una marea enhiesta de jugos sofocados. 

Tu sudor  despojado de distancias 

condimenta  mi grito. 



Hombre mío, 

te emplazas en mi triángulo secreto, 

en la cueva ofrendada del delirio 

con nitidez de flecha. 

Fermentas en mi matriz tu hondura. 

Tu sexo azucenado 

agita su vicio en mis vertientes 

y la mínima abertura de mi gozo 

repercute en jardines. 



Tu embate me sostiene 

con el golpe brutal de una paloma.

Delimito la ruta 

donde la sangre borda a dentelladas 

su vocación de rosa de los vientos.

Navegamos el color de la codicia 

que pregonan los cuerpos. 



Hombre mío, 

te mueres en la playa de mi instinto, 

te duermes en el puerto de mi almohada 

y yo escribo los versos que hoy me ocupan, 

porque no sé qué hacer con tanto cielo, 

con tanta siembra discutiendo mis costados. 



El dictamen fue 

como un azote de luz 

gastándome la espalda: 

perseguir tu olor de bestia pura, 

atesorar el instante sensitivo 

que nos define perfectos y posibles.

  


Arte: "Amor en el caos 1", Nicoletta Tomas Caravia


martes, 9 de febrero de 2016

HISTORIAS DE EX - AMANTES


HISTORIAS DE EX - AMANTES
  


I

Bajo sospecha, mis gestos.   

Geométricos gestos  que se arriman  

a un fuego que no les pertenece.  

Cruzo los dedos del alba cuando el cuerpo apetecido

se detiene al reborde del sueño.  

Pero él no me mira.  

Ni siquiera me recuerda.  

El alba tiene, ahora, las manos abiertas.  

Los gestos –los geométricos gestos-  

también están abiertos.  

Y duelen.



II

Un minuto de silencio.

Un minuto de silencio cada día,

mientras le lavo los dientes a la cordura.

Por los amores muertos.

Por la mañana que se despereza

–angosta, rigurosa-

al borde de la trampa habitual de ser y parecer otra.


  
III

El que estuvo –el que se detuvo en mi útero cantado

y lo hizo noche a golpes de guitarra-  

sigue cavando en mi cuerpo desde su trova y su huida.

Su piel regresa, algunas veces,

pero la barro debajo de la alfombra.

Soy la perfecta casada y no tengo tiempo para ocuparme

del retorno de una mariposa incomprensible.



IV

La culpa la tuvo el verano.

La culpa la tuvo el pulmón rosado

que había olvidado el idioma del aire.

La culpa la tuvieron mis uñas de gatita hambrienta

arañando los pantalones  de un amo desconsiderado

que llevaba siglos muerto.

La culpa la tuvo su estúpida manía de adivinar

la intención de la luz.

Podría insultarlo, pero le escribo un poema.

Un poema daña más.



V

Cortada en dos bosquejo

el impensado diseño del recuerdo.

Al norte de mi ombligo, la cabeza y el corazón, que no saben;

 al sur - intenso, como el cadáver de un pájaro-

un sexo indecoroso, que sí sabe.

La felicidad -esa dama idiota  que brinda

cuando el almanaque se desguaza

y jamás hace preguntas incómodas-

se prodiga siempre a los ignorantes.



VI

Hubo en mi entrega un rebaño de palabras.

Blanco sobre blanco.

El lujo de saberme nueva en la burbuja del delirio:

un lunar de estreno,

un muslo que nunca había transgredido

la mirada de lo cotidiano.

El rebaño, esquilado,

 es hoy un paisaje lunar,

la anatomía perfecta del vacío.

No me estreno más.

Me desnudo lo estrictamente necesario.



VII

Y este esqueleto

–compañero tácito de lances y reveses-

quiere saber.

Quiere saber a dónde irá a reclamar

un mejor trato

cuando la carne sobre

y sangrar deje de ser una excusa.

A su casa, no.

A su casa, nunca.




VIII

La mano del que estuvo 

-el que me alargó la sombra hasta hacerla infinita-

tremola, algunas veces,

 en la aldaba que custodia mis cicatrices.

Nunca me dio de comer,

pero le muerdo la mano.

Con dientes de niebla.

Con dientes de reproche.



IX

Adentro duerme el llanto.

Adentro duerme la lluvia.

Sin canciones para ablandar el miedo.

Con la lámpara encendida.



X

Tiendo la mesa, tarareando una canción antigua.

El mantel me miente y se pronuncia

como una sábana palpitante.

Pero no espero encontrarlo en el revés de ese lienzo fingido.

 Un plato azul sacude cualquier atisbo de duda.

Tiendo la mesa para los que amo.

Todo lo demás es pasado.