sábado, 21 de noviembre de 2015

"INTERRUMPIDAS", NUEVO POEMARIO DE RAQUEL GRACIELA FERNÁNDEZ POR SOLEDAD SÁNCHEZ MULAS

"Interrumpidas", nuevo poemario de Raquel Graciela Fernández



Raquel Graciela Fernández



Comencé a querer a Raquel hace ya muchos años, a través de su blog "Pan con cicatrices". Me asomé a sus preciosas páginas con respeto, porque su voz, que me traía las lágrimas de la Pizarnik, o los ojos semicerrados de la Plath, y una canción susurrada, a veces potente, a veces sumergida en la impotencia o el dolor, me llegaba muy hondo.

La sinceridad de sus poemas, pero también la suya, radiante, alejada de los ruidos mediáticos, fija siempre en la profundidad de la palabra, me cautivó.

A pesar de no conocerla personalmente (nos separa el Atlántico, pues vive en Avellaneda (Buenos Aires), Argentina, tan lejana pero tan próxima gracias a la belleza de su acento intuido), es mi amiga en el amor a la poesía, y en la humildad del poeta ante su envergadura.

Su voz se hizo poema (otra vez, siempre) en Interrumpidas para prestársela a aquellas mujeres, jóvenes y niñas, que fueron cortadas de raíz. Que se marcharon de la Tierra dejando un latido en la prensa, y un corazón desbocado en sus hogares. Valiente, como es ella, cerró cada poema con una coda acerada  en la que los nombres, fechas y datos golpean al lector y le recuerdan que, tras cada verso de bellísima factura, hay hombres de carne y hueso. De carne dura y afilado hueso.

Interrumpidas denuncia, detrás de la belleza o sobre ella, y regala a estas preciosas criaturas (y a sus desoladasfamilias) la pervivencia. Porque Raquel las ha traído hasta nosotros, y ha rescatado su equipaje de vida de esa estación oscura que es la muerte.

Ahora, Raquel recorre las ciudades con su libro den las manos (porque es suyo, porque también ha puesto en el proyecto las monedas del César) para darlo a conocer: al trabajo poético suma la intendencia, ordenada, meticulosa y eficiente, regalando también su tiempo. Dando su abrazo a las familias, contando, de viva voz, cómo nació este pequeño milagro.

¿Cómo no vamos a querer a Raquel?

Muchos grandes poetas han sembrado en la página de su blog su visión de Interrumpidas. Yo también deposité mi pequeña contribución: un gesto desde el corazón, alejado de la filología, que Raquel ha querido hacer prólogo. Gracias, de nuevo. Mil gracias por permitirme aportar este pequeño grano de arena a tu maravilloso proyecto.

Interrumpidas me llegó desde Argentina, en una edición cuidada y en un (otro, otro más) gesto de generosidad, acompañado de esa música que tan bien conozco.

¿Cómo no voy a querer a Raquel?

Sé que Interrumpidas es ya un éxito. Sé cuánta alegría vas sembrando en tus presentaciones (a pesar del dolor, a pesar de las preguntas sin respuesta). Sólo puedo desearte que sigas siendo tú, así como eres, galardonada y premiada muchas veces por tu calidad poética, pero, sobre todo, bendecida por tu generosidad y tu belleza interior.



Interrumpidas
Raquel Graciela Fernández

“fría como una llaga supurante
de vidrios rotos”

Raquel nos regala un poemario del que surgen flores rotas, carnívoras y audaces; flores que, después de consumidos los versos —hoy no me detengo en la belleza formal de su poesía—, muerden mis talones.

Cada niña, cada mujer, de Interrumpidas tiene los ojos de mis hijas, las manos de mi madre, el movimiento de brazos de mi hermana, el caminar de mi mejor amiga. Cada niña, cada mujer de Interrumpidas, tiene mi piel.


“Aúlla

como una casa vacía”
Sus voces renacen en la voz de mi querida poeta para no morir nunca. Y esas voces, en nuestros ojos, en nuestro cuerpo que se duele en las ausencias, en las cicatrices, en las sepulturas, germinan con la rabia de sus perpetuos silencios.
No están. Pero Raquel, a veces con la delicada forma de una lágrima, otras con las aristas del escombro, hace vibrar sus sombras, sus ecos, y compone una melodía dulce (y dolorosa) que entreteje historias de princesas y monstruos.  

“Como un reflujo de ángeles que hierven”
Interrumpidas debe ser aldaba. Llamarnos a esos cuartos vacíos donde ahora ya no cabe la risa. Donde el cuerpo cedió el lugar a la ceniza; donde la ceniza cedió el espacio a la nada.
Aldaba que nunca interrumpa su agrio repique, que abra ojos, que estruje leyes, que proteja, que ampare, que cubra, que limpie. 

Que desnude los cuerpos de huesos poderosos para que no golpeen más.

Nunca más.


Basta. Basta.


Basta ya.


“niña de huesos que levitan,

de médula cristalina”

Ana Orantes denunció públicamente, en un programa de televisión, el maltrato sufrido a manos de su esposo durante más de 40 años. Días después, este la roció con gasolina, en el patio de su casa, y le prendió fuego. Falleció calcinada (diciembre de 1997, Cúllar Vega, Granada, España). Su muerte supuso una conmoción nacional que culminó, en 2004, con una ley integral contra el maltrato de género. Su recuerdo da voz española a las mujeres que sufren maltrato de género.

Míriam, Toñi y Desirée fueron secuestradas en Alcácer (Valencia, España), en noviembre de 1992. Sus cadáveres aparecieron en enero de 1993. Las autopsias revelaron que habían sido brutalmente torturadas y violadas. Uno de los autores del crimen, Antonio Anglés, no pudo ser capturado, y a día de hoy se encuentra en paradero desconocido. El otro, Miguel Ricart, fue condenado a 170 años de prisión (aunque solo cumplió 21 y hoy está en libertad). Las niñas de Alcácer tenían 14 y 15 años. Iban a una fiesta de su instituto.

Sean ellas las voces de las niñas y mujeres españolas que han sido torturadas y asesinadas, y de las que aún están desaparecidas.



Soledad Sánchez Mulas, poeta

12 de enero de 2015

Salamanca, España




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