miércoles, 8 de enero de 2014

“SOY ACCIÓN-REACCIÓN CON LA ESCRITURA", POR MARÍA BELÉN CASTIGLIONE PARA EL PERIÓDICO LA FUENTE, UNIVERSIDAD NACIONAL DE QUILMES

El lugar del poeta

“Soy acción-reacción con la escritura”

Por María Belén Castiglione


Raquel Fernández es una poetisa de Avellaneda que ganó el Primer Premio de Poesía, en la categoría adultos en el último concurso que realizó la Biblioteca y Complejo Cultural Mariano Moreno de Bernal. Pero su trayectoria como escritora viene desde hace casi 30 años y se trasluce en seis poemarios (Ojos que miran al cielo, Revelaciones, Todos los hombres que me amaron, Hermano, La antigua enfermedad del otoño y Cierta condición nocturna). Cinco de ellos fueron publicados como premio de concurso. En sus producciones se destaca el acercamiento a las problemáticas de género y diversos casos difundidos en los medios de comunicación. Se siente comprometida con el abordaje de estos temas, y es por ello que decide recordarlos desde su lugar como poeta.

¿Cuál fue tu primer poema?
Mi primer poema lo escribí cuando tenía 11 años. En esa época había una serie de televisión que se llamaba La familia Patridge. Uno de los actores de la serie tenía 17 o 18, estaba perdidamente enamorada. Ahí empecé a escribir poemas de amor. Luego me los encontró la maestra de sexto grado y me estimuló para que siguiera escribiendo. A partir de ese momento comencé a escribir. Después les escribí a todos los noviecitos que tuve. Pero como soy medio “rayeti”, en un ataque de adolescencia quemé todo ¡No sabés ahora cómo me arrepiento! Hice una fogata en el fondo de mi casa y quemé todo.
A veces uno saca un poema y dice: “Este lo escribí a los 12 años”. Y digo: “¡Ay, y yo quemé todo!

¿Por qué decidiste quemar lo que habías escrito?
Es algo autodestructivo porque era lo que yo más quería. Ahora se dañan, se cortan. Era una forma de autolesionarme. Algunas cosas me quedaron, muy poquitas, que les regalé a mis compañeros del secundario. Cuando escribí el libro Hermano una compañera del secundario me trajo un sobre con papeles míos que ella había conservado. Ahora soy muy cuidadosa con el material y tengo una producción muy importante. De muchos años.

¿Qué recordás de tu primer premio?
Era muy chiquita. Vivía cerca de Parque Domínico, y ese fue un concurso que organizó un taller literario que se llamaba Paco Urondo. En ese momento era muy revolucionario porque eran los albores de la democracia y tampoco se conocía demasiado su obra. Del concurso me enteré por casualidad, porque en realidad había ido a ver a Tarragó Ros con mi hermana, pero agarré el poema y me lo llevé. Era el tiempo en el que escribía con rima, muy estructurada. Porque es lo que aprendí. En el colegio se leían las Rimas de Bécquer, algo de Machado, un poquito de Miguel Hernández, Alfonsina y Almafuerte. Era poesía de una época que se usaba la estructura. Pero Pizarnik me partió la cabeza.

¿Qué hay de Alejandra Pizarnik en la obra de Raquel Fernández?
La parte que más me identifica de Alejandra es la que concebía al poema como reparador. Por eso, para mi, la obra de Alejandra está llena de luz; y escribo para sanarme.

¿De qué forma retratás el dolor y el sufrimiento de la familia que perdió a su hijo que no se asemeja al que los medios de comunicación presentan?
Uno desde la palabra muestra la tragedia y el dolor. Pero con cuidado y con amor, sin que sea un espectáculo, sólo se muestra algo. No le saco la plusvalía al dolor. Creo que esa es la diferencia.

¿De qué habla el poema por el cual ganaste el primer premio en la Biblioteca Mariano Moreno?
Es todo un trabajo que realicé. Me pasó que últimamente estoy afectada por muchísimas cosas y tengo exceso de empatía. Ves en la tele gente normal, por ejemplo, Renzo que lo atropellaron cuando estaba en un viaje de egresados. Apagaste el televisor y pasa a otro tiempo. Pero ahí me quedé. Y ese hecho se me adhiere. Es por eso que sufro mucho. También me había pasado con Ángeles que se había quedado en mí. Antes me había afectado el caso Candela, sobre todo porque me conmueve la crueldad. No solamente la brutalidad del delincuente sino toda la periferia del acontecimiento: Los medios, la gente misma con las diferentes versiones que maneja sobre la familia de la víctima. En ese momento me hacía falta hacer algo. Siempre recordaba estas historias, historias que nunca se cerraron en nuestro país.

¿Y cómo lo vinculás a tu profesión?
Siempre pensé: “¿Qué puedo hacer desde mi lugar, si soy poeta? Lo único que sé es escribir. Voy a hacer que las recuerden, que de alguna manera estén presentes. Obviamente, no las puedo abarcar a todas porque son muchísimas. El libro surgió de a poco. El primer poema que escribí fue el que ganó el concurso, lo escribí en el momento en que pasó lo de Candela. Si bien no hago poesía social, siempre hay temas que abordo porque me atraviesan. Soy acción-reacción con la escritura.

¿Cómo fue tu acercamiento a la Asociación Madres del Dolor?
Soy una persona que siempre se vincula con el recuerdo, quiero que se acuerden, que no sea dos meses de morbo y pasó. Ahí fue cuando empecé a hacer memoria de los casos que me habían impactado y luego le mandé el poema Lucila a la mamá de Lucila Yaconis. Tomé contacto con ella a través de Ricardo, el papá de Jano Fernández. Lo sentí muy cercano porque era el único hijo que tenía y poniéndome en el lugar de esa persona…debe ser terrible perder un hijo. Y luego, como vi que tenía a la madre de Lucila de contacto me tomé el atrevimiento de mandarle mi trabajo. Le gusto muchísimo lo que había escrito y fue por eso que me pidió permiso para publicarlo en el sitio web de la Asociación Madres del Dolor.

¿Qué diferencias encontrás entre el primer libro que publicaste y el último?
Abismal. Me acordaba siempre de algo que había dicho Alfonsina Storni. Ella en el primer libro dijo: “lo escribí para no morir, pero lo odio”. Igual a mi primer libro (Ojos que miran al cielo) lo quiero mucho porque es el que habla de mi viaje a la Isla de Pascua. Fue un sueño cumplido viajar a un lugar que amé y amo, pero poéticamente no. Para mi son años y no pasó tanto tiempo. Hay cierta diferencia entre aquel libro y el último que publiqué (Cierta condición nocturna).

¿Qué consejo le darías a un escritor que recién se inicia?
Primero que lea. Lo malo y lo bueno para que sepa lo que hay que hacer y lo que no hay que hacer. Que aprenda a escribir, no que aprenda a escribir poesía, que aprenda a escribir. Porque las reglas están para romperlas pero para romperlas hay que conocerlas. Que no se deje llevar por el momento. Porque hubo períodos en que leí diversos poemas de distintos autores y son todos demasiado parecidos.
Por otro lado, en este momento cuesta mucho encontrar la voz propia. Y a veces tu voz propia tiene poco que ver con lo más atractivo, pero es tu voz. Lo importante es encontrarla, defenderla y conservarla. Y defender el trabajo, siempre. Criticarse uno, destruirse, hacer, rehacer pero frente a los otros defender lo que uno hace. No digo no aceptar críticas, pero sí buenas críticas, constructivas.


-Entrevista realizada para el periódico La Fuente, de la Universidad Nacional de Quilmes.
Disponible en: issuu.com/lic_comunicacion/docs/la_fuente28__completo_baja_


2 comentarios: