sábado, 31 de enero de 2009

LA AMIGA MUERTA


LA AMIGA MUERTA 

A  Rufina Cambacérès 



Ella (la que calla) 

pretende anular 

con vapores insanos, 

con arañas que esplenden

incinerando la lividez del sueño,

la fecha fatal, 

el veredicto inconmovible del sepulcro. 

Pero la muerte no se deshace 

y es en vano 

confinar pájaros en botellas frías 

y arrojarlos al mar de bocas 

que improvisan su nombre 

para que no canten 

los que cantan el silencio. 



Yo (la que grita) 

apuesto mi poema a su palidez  perpetua. 

Desde el mármol que le lava 

los pies 

a la mañana, 

desde el banco-balcón que resume 

un sigilo de gatos, 

la veo girar sobre sus restos. 

No sé si es humo, niebla 

o afiebrada nostalgia. 



A veces pienso que es raro 

tener una amiga muerta, 

alimentar un gato que no es mío 

y haber adoptado estas baldosas grises 

y estos ángeles mansos 

después de deshacerme del deseo 

-del beso que se hamacó 

en el banco-balcón 

a la sombra de un cadáver que jamás 

hacía preguntas-. 



A veces pienso que es falso 

que la que calla y la que grita 

no sean

una misma y única mujer 

dormida/ despierta.




Rufina Cambacérès, hija de  Eugenio Cambacérèsautor de "Sin rumbo", y de Luisa Bacichi, "amante y madre de un hijo de Hipólito Irigoyen",  falleció, sin causa concreta, en el año 1903,  la noche en que celebraba sus 19 años. Se cree que fue enterrada cuando sufría un ataque de catalepsia, situación que se advirtió cuando los guardianes del cementerio avisaron, luego de algunos días,  que su ataúd se había desplazado. Su familia eligió a Richard Aigner para la realización de la escultura art déco, coronada con abundantes detalles florales, que pretende guiar a Rufina hacia las puertas celestiales, dejando atrás sus terribles últimos momentos. 




  
 Fotografías: Tumba de Rufina Cambacérès, Cementerio de la Recoleta, Bs. As.


jueves, 29 de enero de 2009

MUJER ROTA


MUJER ROTA 



Mujer rota. 

Pájaros quebrados danzan 

alrededor de mi cintura. 

Y las esquirlas que dejó el espejo. 

Siete años de mala suerte 

para saber 

que nadie va a juntar los pedazos. 



Mujer rota. 

Con las máquinas de la alegría en punto muerto. 

Con el mecanismo desguazado. 

Este barco llora su falta de aleluyas. 

Este barco reniega de sus náufragos. 

Ellos no preguntan por la sed. 

Saben que el agua deja cicatrices.



Mujer rota. 

Escribiendo sus pequeñas historias 

sin fantasmas. 

Escribiendo sus pequeñas historias 

mediocres, pedestres, triviales. 

Rogando por un sueño 

del cual poder jactarse. 

Incapaz de dar nada.



Todavía sangro cada mes 

pero es innecesario




Arte: "Anna", Slava Fokk



martes, 27 de enero de 2009

INSOMNIO


INSOMNIO



Me revuelco en las nalgas del insomnio. 

Testigo 

de este juego perverso 

una mosca se posa

sobre mi hombro blanco 

con un dejo de atónita ternura. 

Yo 

no besé un crucifijo

cuando juré olvidarte, 

no hubo una copa rota 

partiéndome la boca, 

ni siquiera un asomo de mariachis. 

Será por eso 

que vuelve cada noche 

tu fantasma hecho insomnio 

y me salpica con gotas de verano, 

y hay una mosca, siempre, 

reposando 

sobre mi hombro blanco 

y mintiendo el crisol de mariposas 

que engendraban tus manos 

tan sólo con tocarme.



Arte: Ana Bagayan


domingo, 25 de enero de 2009

LA MUJER DE LOS OJOS ATADOS



LA MUJER DE LOS OJOS ATADOS

Esa mujer amaba con los ojos atados, así, como una tonta.
Se los habían atado hace mucho tiempo, cuando todavía era una niñita de pan y manteca, de rodillas raspadas y de ositos de felpa batallando con braguitas de satén. Le habían atado también las manos, y la lengua, y las alas de mariposa de los labios de su vulva inquieta. Y así amaba ella, porque no sabía amar de otra forma. Amaba hecha un nudo tembloroso, un nudo de carne y hueso, y músculos, y tendones. Un nudo de trapo y fuego. Un nudo.
En el fondo de su corazón, bien pequeñito, anidaba un nombre, o quizás una palabra, que había perdido su significado de tanto repetirla en sus eternas noches de sofocos y celo mutilado, una palabra que nunca dejó de morderle el cuello y vomitarle en su rostro siempre prolijamente maquillado, su impronta de caminos diversos y futuros prodigiosamente diferentes. “Libertad”, era la palabra, y la mujer de los ojos atados se  asustaba cuando esa palabra subversiva se bañaba en el río fecundo de sus lágrimas.
Él la visitaba algunas veces, y ella sabía cuáles eran los motivos de esas visitas: él quería desatarle los ojos, y la lengua, y los labios alados de su vulva-mariposa, y, como una dulce paradoja, la ataba con cuerdas reales para amarla, como si esas cuerdas reales pudieran exorcizar los nudos invisibles que la mantenían siempre detenida en la lluvia, siempre detenida en el recelo, siempre detenida en la culpa.
Él le hablaba de millones de sueños. “Andá probándote”, le decía a la mujer a la que no habían atado nunca con agua bendita y anillitos dorados, y le mostraba vestidos blancos como el esqueleto de la luna, y ella se probaba todos los vestidos, con los ojos atados, con el alma atada, pero se los probaba. Y se miraba en un espejo diáfano, que por primera vez no era de cenizas. Y sonreía.
Eran días al lado de la vida. Porque la vida era otra, la vida eran los nudos, y las redes asfixiantes, y esos días eran como un pequeño sidecar de ilusión enlazados a la motocicleta de tedio y rutina con la que ella se estrellaba todo el tiempo contra una realidad que le había quedado chica. ¿Cómo no iba a estrellarse, si tenía los ojos atados?
Hubo poemas, y canciones, y suspiros. Poemas que ella escribió, y canciones que crecieron hasta convertirse en el soundtrack de esta historia, y suspiros porque las esperas eran eternas, y era tan poco el tiempo que había para que él jugara en la cascada de su risa y ella respirara con placer su atmósfera (su olor salvaje a hombre urgente que le recordaba que sus instintos estaban heridos, que la habían domesticado demasiado pronto, que estaba matando todo aquello por lo que valía la pena vivir).
Ella lo amaba, y amaba sus flores, esas flores que le recordaban que estaba viva, que rompían las palabras congeladas en su boca para que esas palabras devinieran en flechas agudas que atravesaran el pérfido costado de ese depredador ávido que le mordía el alma: el miedo.
Ese hombre amaba con las manos atadas, así, como un tonto. No pudo amar de otra manera. Ella le contagió sus nudos y sus sigilos. Ella lo contaminó con sus celdas. Y él no tuvo puertas para escapar de un final anunciado, porque ella se había encargado de tapiar todas las puertas.
Un día de llovizna apareció en el aire el olor de los amores muertos.
Llovizna adentro. Llovizna en los ojos, y en las bocas, y en las manos, y en las alas de la inquieta vulva-mariposa que no pudo desatarse y volar hasta incrustarse para siempre en el sexo bendito de ese hombre que amó con las manos atadas, y empaparse gozosa con el luminoso torrente de su semen.

“Señores,
quiero pedir un minuto de silencio
a favor de un amor que murió con los ojos atados,
con las manos atadas,
así, como un tonto.”*

 Señores, quiero pedir un minuto de silencio a favor de la que fui y de la que no me atreví a ser, de la que barrió el polvo de una vida rota debajo de la alfombra mágica con la que tendría que haber emprendido vuelo, de la que se desató los ojos, sí, pero lo hizo demasiado tarde.

*Jose Tadeo Tápanes Zerquera


Mención del Jurado Cuento  V Concurso Bienal de Literatura "Barracas al Sud" - Instituto de Letras de la Municipalidad de Avellaneda, Avellaneda, Bs. As. (2008)
 

viernes, 23 de enero de 2009

EL TIPO QUE ESCRIBÍA LOS MAILS NO ERA TOM HANKS


EL TIPO QUE ESCRIBÍA LOS MAILS NO ERA TOM HANKS 



A la poesía hay que levantarle la  pollera, 

decía Girondo, 

pero a mí se me fue la mano: 

se la arranqué a mordiscones y la dejé 

desnuda y tiritando, 

cada vez más lejos de las oscuras golondrinas, 

con la consiguiente excomunión de las señoras aburridas 

que comen masitas

en los cafés literarios.



Hay quien me acusa de pesimista

y, por supuesto, lo soy.

Las únicas perdices que comí en mi vida

las comí cuando tenía seis años 

(esas perdices sí que eran la metáfora de la felicidad: 

papá cazaba, mamá cocinaba, 

y la orfandad todavía no había rozado mi frente 

con sus dedos helados). 



No creo en los happy ends. 

Wendy creció 

y me imagino que con su primera menstruación 

extravió sus pensamientos mágicos 

y ya no pudo volar hacia la segunda estrella a la derecha. 

Alicia también creció 

y cuando descubrió, horrorizada, 

que tenía acné, 

perdió la capacidad de cruzar al otro lado del espejo. 

Cenicienta y Blancanieves se marchitaron 

en primorosos castillos de rutina: 

comieron y vomitaron 

y tuvieron amantes que las vendieron 

por unos pocos dólares 

(para mí todas las princesas son Lady Di, 

y que no venga Disney a querer venderme otra cosa). 



Todo lo que podía salir mal 

salió mal. 

Y lo que no podía salir mal, 

también.



Y el tipo que escribía los mails 

no era Tom Hanks.





Meg Ryan,  fotograma de la película "You've Got Mail" (Nora Ephron, 1998)


martes, 20 de enero de 2009

...Y EL VIENTO, ¡AL FIN!, SE LLEVÓ TODO


...Y EL VIENTO, ¡AL FIN!, SE LLEVÓ TODO



Hasta hace poco tiempo

me preguntaba

cuánto del olor satisfecho de mi pubis

había quedado tatuado en la maraña de tus dedos,

cuánto te había quedado

de la ramera dulce

que hacía pie en el grito

para no hundirse

en el oleaje voraz de tus piernas.



Hasta hace poco tiempo

me preguntaba

cuántos de mis tontos poemas de amor recordarías,

cuánto recordarías

de la niñita que abrió demasiadas puertas,

y escaló demasiados muros,

y voló siempre a contramano,

como un pájaro extraviado remontándose

al origen incierto del otoño.



Hasta hace poco tiempo

me preguntaba

cómo sería ella,

si sus manos serían arrugadas y chiquitas como las mías,

y sus pies, locos pies calzando siempre

zapatillas rojas de baile,

y su cuerpo, un pentagrama alucinado

donde plasmar tus mejores notas.



Hasta hace poco tiempo

me preguntaba

si serías feliz.



Pero hoy …

 


Frankly, my dear, I don't give a damn.



 Arte: "Killing Time", Sas Christian


lunes, 19 de enero de 2009

MIS OJOS


MIS OJOS 


Una ráfaga de viento infecundo

borró mis contornos,

deshizo los nudos de sangre

que sustentaban

mis carnes y mis vísceras,

transfundió a mis venas

todos los exilios.

Sólo quedaron mis ojos,

enormes,

desmesurados,

escrutando los ojos del Enigma.





Del poemario "Revelaciones", Ediciones Raíz Alternativa, 2007


domingo, 18 de enero de 2009

POETA


POETA



Surcar

la hondura de mi alma.

Buscando a tientas en mi oscuro Averno

la luz de la palabra.



Exorcizar

los fantasmas del silencio

que me condenan a parir ausencias,

una exiliada en mi propio cuerpo.



Anhelar

la exactitud del verbo,

la ruta hacia la piel de los amantes,

los nombres de los barcos que han partido.



Llevar

al fondo de mí misma

a cada criatura que roce mi memoria

y llamarme poeta.




1º Mención Poesía “Concurso Literario 91º Aniversario Diario La Idea”Multimedios “La Idea”, Lanús, Bs.As. (2006)


domingo, 11 de enero de 2009

MÁS LEJOS


MÁS LEJOS
 
A Delmira Agustini



 Vas más lejos en la noche

esta noche,

niña febril que se apareaba con monstruos,

sujeto el olfato al hedor de la pólvora,

la desnudez pendiendo

de una media de seda,

de una mancha púrpura.



Va más lejos en la noche

esta noche,

el hacedor de tu inefable “mutis por el foro”,

adorándote en un cúbico altar de vértebras deshechas,

confinándote a un alcázar

de ventanas mínimas

tapiadas por los celos.



Vas más lejos en la noche

esta noche,

niña urgente que le abría las piernas al poema,

con la mueca inicial de los difuntos rasgándote la cara,

y una bala incrustada

con descaro

en tu don de cántico.




Arte: Alberto Vargas

Del poemario "Cierta condición nocturna", GPU Ediciones, 2013 

1º Premio Poesía Concurso Hispanoamericano de Poesía y Cuento Corto “Gustave Flaubert”, Editorial Trazo Literario, Córdoba (2007)


domingo, 4 de enero de 2009

UN NIÑO


UN NIÑO

 A Mateo

 “Por el cielo va la luna
con un niño de la mano.”
Federico García Lorca

 

Como en el canto más bello

del inefable andaluz

por el cielo va la Luna con un niño de la mano.



Detenido eternamente en una infancia

apenas despuntada;

detenido eternamente en los primeros balbuceos

que intentaban nombrar a un mundo

demasiado grande,

demasiado brillante;

detenido prematuramente en la intrincada

telaraña del recuerdo,

un niño. 



El dolor no lo toca;

las alas rotas de los sueños

no rozan su piel traslúcida;

las cenizas que enlutan los corazones

no mancillan su risa blanca.



Por las avenidas grises

donde ruedan las vidas como dados,

arrastramos valijas gigantescas

cargadas de flores de trapo,

de estampitas de santos inocentes,

de nidos destrozados,

de pajaritos helados por la lluvia,

de falsos juramentos.

Gigantescas valijas pesadas como lágrimas,

cargadas de vergüenzas y de cruces,

cargadas de preguntas sin respuestas.



El niño, ligero de equipaje,

porque la muerte lo libró del miedo

va por el cielo, fugaz como una estrella

con la luna redonda de la mano.



Debajo del grito desgarrado del dolor

subyace el silencio del milagro.

Por nuestras vidas ha pasado un niño.

Un ángel.



 
Arte: “Angel With Bird”, Tascha

4º Mención Poesía  “Certamen Literario Rotary Club de City Bell”, 92º Aniversario de la Ciudad City Bell, Bs.As. (2006)