domingo, 23 de noviembre de 2008

NIÑO GRIS


NIÑO GRIS

 

Su gris fragilidad rueda desnuda

por las veredas grises

y se acurruca en los zaguanes del olvido,

imperceptiblemente.

Él está allí, aunque no quieran verlo,

rehén de las cenizas,

desafiando a Dios y a su palabra,

y a su universo de ayunos y clemencia,

anciano con piel de niño,

niño con huesos de pájaro,

pájaro con la mano extendida

mendigando un milagro que no llega

(porque sólo llega, día tras día,

la anónima moneda de la culpa,

que será pan, alcohol o cigarrillos,

y lavará la conciencia de los otros,

los que no ruedan por las veredas grises

con la piel gris asqueada de la espera)



La ciudad lo devora

con su boca rabiosa de horas pico,

de apuros, de bocinas,

de alcantarillas húmedas de espanto,

de usual indiferencia. 



La ciudad lo devora,

niño gris rehén de las cenizas,

lo encuentra indigerible y lo vomita

en una esquina absurda

donde lo alcanzará, insobornable, la lluvia.


 

Arte: “El niño mendigo”, Dorimar Carvalho Moraes

Mención de Honor III Concurso Literario de Cuento y Poesía REIA (Reunión de Escritores Independientes de Avellaneda), Avellaneda, Bs. As.(2006)

  
 

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